Hubo un generalizado reproche a Rajoy por excesivo triunfalismo

¿Está el ministro Luis de Guindos peleado con la realidad?

¿Está el ministro Luis de Guindos peleado con la realidad?
Luis de Guindos. PD

Los stress test que nos trae el año recién estrenado servirán para acercar la España oficial a la España real. Al menos los de las urnas, decisivas en 2015.

Las territoriales de mayo y las generales de finales de año vienen marcadas por el fenómeno Podemos, cuya potente irrupción en los comicios europeos del año pasado se ha mantenido con creces en los sondeos sobre expectativas de voto.

Me excuso de recordar la carga de realismo que llevan en sus mochilas. Es marca de los indignados y cauce del malestar social que genera al creciente distanciamiento de la clase política instalada respecto a los problemas reales.

Si pongo el énfasis en estas coordenadas del momento político es pensando en las recientes intervenciones públicas de los dos gobernantes más representativos de la política oficial orientada a la superación de la crisis económica. Ambos parecen vivir en otro país.

Es lo menos que han tenido que oír estos días el presidente del Gobierno y su ministro de Economía.

Luis de Guindos pasó por la radio el primer día del año. Estuvo haciendo los deberes que Rajoy le ha impuesto. A él y a todos los ministros.

Entre otras cosas, para que los barones del PP, atacados por la proximidad de las elecciones territoriales, y los propios dirigentes del PP que habitan en Génova, no sigan reprochando a los miembros del Gobierno su indolencia a la hora de tirar del carro y vender con más entusiasmo sus presuntos logros políticos y económicos.

Ya había empezado dando ejemplo el propio presidente en rueda de Prensa del pasado viernes, con sus optimistas valoraciones sobre el año de la recuperación (2014) y el del «despegue», que acabamos de estrenar.

Hubo un generalizado reproche a Rajoy por excesivo triunfalismo respecto a la situación política y económica del país.

Ha ocurrido también con las declaraciones del ministro De Guindos el primero día del año. Según él, los trabajadores españoles ya no tienen miedo a perder el empleo.

Dicho lo cual, como presunta señal de que ya se percibe la salida del agujero, apeló a la necesidad de mantener la moderación salarial. No añadió lo de trabajar más por no remedar la ecuación de Díaz Ferrán, ex presidente de la CEOE, ahora en prisión, pero lo piensa y lo practica como clave de la competitividad.

Es la doctrina oficial para salir de la crisis económica, que incluye ese otro mantra de que «cualquier tipo de trabajo es mejor que el desempleo», según dijo el ministro. Una pretensión desordenada para mejorar las condiciones salariales y las otras arruinaría el discurso oficial sobre el crecimiento del PIB, la competitividad, la caída de la prima de riesgo y la confianza de los inversores.

Un discurso que permite a De Guindos anunciar la creación de 800.000 nuevos puestos de trabajo entre el año que se fue y el año que entra.

Pero que al tiempo le impide comentar la precariedad del empleo que se está creando, así como los problemas de pobreza, desigualdad y deterioro de los servicios públicos que forman parte de la España real.

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