En los últimos días se han hecho numerosos balances sobre la evolución de 2014 y cómo en este país se discuten hasta los datos y no hay un gran consenso sobre lo que son hechos, aunque la economía española ha ido mejor en casi todas sus variables, muchos se empeñan en seguir echando borrones. La bolsa ha sido la mejor de Europa, el PIB ha crecido más que los grandes europeos. Se han hecho importantes tareas, aunque la preocupación por la falta de ahorro y la necesidad de seguir financiándonos con dinero de fuera ha vuelto al escenario y a las reflexiones de los economistas. En relativamente poco tiempo, hemos pasado de un holgado superávit en la balanza por cuenta corriente a un déficit relativamente alto.
Sin embargo, hay que subrayar que hemos empezado el año con muy buenas noticias para la financiación pública y privada. El crédito, ahora sí, parece que empieza a fluir; la prima de riesgo cerró el viernes por debajo de los 100 puntos; la rentabilidad del bono a 10 años bajó del 1,5 por ciento; el euro marcó niveles no vistos desde 2010, y el petróleo sigue cayendo y está a punto de perder los 55 dólares. A muchos les parecerá que estas macromagnitudes poco tienen que ver con su vida diaria. Tampoco que las ventas de coches hayan subido un 18,3 por ciento en diciembre, más de un 24 por ciento sólo en diciembre, o que 1 de cada 3 autónomos asegure que va a crear empleo en 2015. Pues tienen que ver y mucho. Tienen que ver con las expectativas. Quién se compra un coche si cree que va a perder el empleo; qué autónomo confiesa que va a contratar a alguien si sospecha que las cosas van a empeorar. Mejores expectativas y más confianza. Afrontamos este año con algunas incertidumbres internas y externas, pero las podemos encarar con confianza y lo vamos a hacer además con algo más de dinero en el bolsillo fruto de la rebaja del IRPF, del petróleo y del Euribor. Puede que no sea 2015 el año de la bonanza absoluta, pero sin ninguna duda será mejor que los anteriores y muchas más familias lo notarán.
