Este 5 de enero de 2015, escribe Alejandro Vara en Vozpópuli una columna titulada ‘Ser optimista es de estúpidos’ en la que arranca diciendo:
Nada hay más estúpido que un rostro feliz, decía Buster Keaton, llamado por aquí ‘cara de palo’. Hablaba Rajoy, al concluir el 14, que éste en el que estamos, el 15, será el año del despegue. Cifras y analistas avalan un cierto optimismo, pero reconocerlo en público es propio de pelotas, tiralevitas, mentecatos y trepadores.
Añade que:
Se equivocó De Guindos al afirmar, en la segunda mañana del año, que «nadie tiene ya miedo a perder su empleo». Los ministros del PP cuando van a la SER patinan como un muñeco de Frozen. Quiso decir, seguramente, que ya no hay tanto miedo como antes, pero el miedo, ahí sigue, rebajado y atemperado, pero latente.
Y concluye que:
Que, como decía Fernán Gómez, hay que intentar que las grandes ideas sean pequeñas, superficiales y cotidianas. Por no ofender. Luego ya, si se le vota o no, será otro cantar. La felicidad, ya se sabe, es un olvido transitorio de la condición humana.