La economía va a una velocidad de crucero cercana al 2,5 por ciento. Lo dicen los indicadores adelantados del ministerio de Economía y algunos cerrados que vamos conociendo como la actividad del sector servicios o de la construcción. Es lo que explican también los datos de empleo del mes de diciembre y del año 2014. Se ha creado empleo neto por primera vez en muchos años. La inversión extranjera apuesta claramente por España y las exportaciones han mejorado algo, aunque no conviene olvidar que hemos vuelto a necesitar financiación exterior y por tanto de nuevo hay números rojos en la balanza por cuenta corriente. Todos estos datos y más se pueden desde luego desmenuzar, escrudiñar. Los empleos creados y las afiliaciones a la Seguridad Social el año pasado han sido casi todos en el sector servicios y en el inmobiliario. Y, claro aquí vienen las dudas de muchos economistas. Por ejemplo, Javier Santacruz cree que por supuesto los datos de empleo y afiliaciones conocidos constituyen un punto de inflexión. Sin embargo, opina que se está creando mucho empleo por la vía de la sustitución: donde había un trabajador con contrato indefinido, hoy hay entre dos y tres con contratos indefinidos pero a tiempo parcial.
Es un análisis, sin duda. Pero, en mi opinión, es una forma de empezar. Difícilmente después de 7 años de crisis aguda los empresarios van a contratar a los primeros síntomas de recuperación, indefinidamente y a tiempo completo. Creo que el crecimiento económico que ha comenzado tiene que mantenerse en el tiempo y el camino debe estar bastante más despejado. Ahora mismo, sin ir más lejos, se atisban en el horizonte (ya lo están adelantando las bolsas y las primas de riesgo) varias incertidumbres. El petróleo no para de bajar y de una forma escandalosa, aunque es cierto que su bajo precio está siendo un regalo para el Estado y los bolsillos de los ciudadanos; en Grecia habrá elecciones y hay realmente pánico a que pueda gobernar una fuerza política que apuesta por impagar la deuda y otras barbaridades. Enero viene de gris y no se puede únicamente confiar en lo que vaya a hacer o dejar de hacer el BCE. España tiene que consolidar su posición en el mundo, exportar mucho más, apostar por la tecnología y ahorrar. Vamos a ver si en este año electoral las cuentas no se desmadran y en cierto modo hay que volver a empezar, en lugar de dedicar los ahorros al pago de las deudas.