Este 9 de enero de 2015, escribe Ignacio Escolar en El Diario una columna titulada ‘La blasfemia no debe ser delito’ en la que arranca diciendo:
El 1 de marzo de 2006 a las nueve y media de la noche, un hombre colocó un explosivo en un palco del teatro Alfil: una bomba casera unida a una botella con gasolina y pólvora.
Añade que:
Hace años que apenas se aplica, pero el anacrónico artículo 525 sigue en el Código Penal español, como una herencia del viejo delito de blasfemia.
Y concluye que:
¿a qué espera el Gobierno para abolir este delito medieval de nuestra legislación?