Este 9 de enero de 2015, escribe Ely del Valle en El Semanal Digital una columna titulada ‘El ataúd de Rajoy y por lo que solo protesta’ en la que arranca diciendo:
Muchos son como esos ciudadanos generalmente pacíficos, muy buena gente para sus vecinos, que en cuanto se meten en un coche de mediana potencia se convierten en energúmenos que vociferan, insultan y hacen la higa a las abuelas que cruzan el paso de peatones a paso de peatones.
Añade que:
Las redes sociales, tan divertidas, prácticas y útiles, tienen ese mismo efecto en ciertos individuos de colmillo retorcido que se quedan a solas con un teclado y público dispuesto a reírles el chiste de taberna, y se arrebatan.
Y concluye que:
Al contrario que esos otros que se esconden detrás de un nick porque el anonimato da un plus de valentía, estos a los que me refiero firman sus memeces, las publican en sus perfiles con nombre y apellido, y las suelen acompañar con foto, para que no haya dudas. Cualquiera que sabe que una gracieta fuera de tono le puede costar el cargo se lo piensa ¿no? Pues ellos no. Concejales, portavoces, alcaldes, diputados… siempre hay alguno que derrota y se siente con la obligación de ser el que se pone la servilleta en la cabeza y baila encima de las mesas en las bodas.
