Julia Navarro

«Pedro y Pablo».

Pablo Iglesias empieza a saborear la posibilidad de que «Podemos» se convierta en el partido hegemónico de la izquierda. No es un sueño insensato, es lo que auguran las encuestas.

El líder de «Podemos» sabe que su principal contrincante es el PSOE de manera que ha comenzado a atacar a este partido lo que ya ha provocado la reacción de Pedro Sánchez.

No es la primera vez, desde que «Podemos» irrumpió en la política nacional, que Iglesias y Sánchez se lanzan alguna patada a la espinilla, aunque ahora ambos saben que el enfrentamiento será más duro precisamente porque lo que está en juego es quién se queda con el santo y seña de la izquierda.

La realidad es que Pablo Iglesias y su círculo, Monedero, Errejón y Bescansa, están articulando un discurso que coincide con lo que preocupa al grueso de la ciudadanía.

Los ciudadanos ven a una clase política anquilosada, y lo peor es que no hace distinciones entre el PP o el PSOE.

En ese sentido el discurso de Iglesias ha sido muy eficaz logrando que su acusación de «casta» no haga distingos entre socialistas y populares. Eso si, el líder de «Podemos» se guarda de meter en el mismo saco a Izquierda Unida. Es un flanco que prefiere no tocar.

Lo cierto es que el PSOE tiene un problema, bueno, tiene varios problemas, pero el principal es que no termina de convencer a los ciudadanos de que ofrece algo nuevo. Amen de que Pedro Sánchez, cuestionado desde dentro de sus propias filas, ha dedicado demasiado tiempo a hacerse conocer y poco a articular un discurso y un proyecto con el que se identifique esa mayoría social que es la que en el pasado confiaba en el PSOE para que gobernara el país.

Aún falta tiempo para que se celebren las elecciones generales por tanto Pedro Sánchez tiene capacidad de maniobra, pero por lo pronto Pablo Iglesias le está ganando la partida.

Sánchez se equivocará si entra en el «cuerpo a cuerpo» de las descalificaciones. Si quiere ganar a Iglesias solo tiene una opción: articular un proyecto político creíble y renovado para convencer a los ciudadanos que merece la pena volver a confiar en el PSOE.

En mi opinión Pablo Iglesias y su gente quizá no deberían de ir tan «sobrados» no vaya a ser que esos augurios de un previsible triunfo les embote los sentidos. Tampoco deberían ser tan despreciativos cuando hablan o se refieren a los demás, sean o sus adversarios políticos.

En cualquier caso la batalla tiene dos protagonistas: Pedro y Pablo, dos políticos muy diferentes en las formas y en el fondo. El enfrentamiento está servido y como es evidente solo uno de ellos puede ganar.

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