Quizás deberíamos preguntarnos si, alguna vez, hubo once mil honestos

Podemos cagarla en la España del siglo XXI

Podemos cagarla en la España del siglo XXI
Corrupción, despilfarro, mordida, mangantes y chantaje. PD

En el convulso 1931, el año en que a partir de unas elecciones municipales se suprimió la Monarquía y se instauró la II República, Enrique Jardiel Poncela publicó un libro con el provocativo título de «¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?».

En la España del siglo XXI, a la vista de cómo se encuentra el panorama de la corrupción, quizás deberíamos preguntarnos si, alguna vez, hubo once mil honestos.

Estoy convencido de que hay más, muchos más, cientos de miles, pero cuando observas el panorama de la actualidad los focos se centran en golfos, bribones, pícaros y tunos sin guitarra y con cuenta corriente en un paraíso fiscal.

La irresistible ascensión de Podemos ha sido una consecuencia de esta indiferencia de los partidos políticos para combatir la corrupción, en la creencia de que el sistema, como el acero inoxidable, aguantaba todo.

Y así, parece que Bárcenas llevaba la contabilidad de un restaurante de la India, y los rufianes que se repartían el dinero de los cursos de formación, el dinero de los trabajadores, son una pandilla de China, que ni siquiera saben donde desemboca el Guadalquivir.

Y la familia Pujol son unos señores de Suiza que domiciliados en Barcelona, pero que no tienen nada que ver con un partido que tiene embargada su sede por acoger a fulleros y truhanes en el negocio de las comisiones.

Si yo tuviera 21 años, una licenciatura, y no tuviera oportunidad de trabajar es posible que votara a Podemos… hasta hace un mes y una semana.

Porque en las últimas cinco semanas resulta que los regeneradores, que todavía no han llegado a controlar la caja, parece que poseen los mismo hábitos que pretenden combatir: pisos subvencionados para los amiguetes, dinero público para la familia, becas por no hacer nada por la mañana y pasarlo a limpio por la tarde, y empresas fantasmas para cobrar dinero real sobre estudios fantasmas.

¡Ah! Y, como la casta, todo es fruto de la conspiración. Pues podemos… podemos cagarla.

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