Este 27 de enero de 2015, escribe Hermann Tertsch en ABC una columna titulada ‘Con ingenuidad hacia el infierno‘ en la que arranca diciendo:
Hace poco me contaba un amigo, profesor universitario, que había comprobado con espanto que nadie en su clase -entre estudiantes de historia-, nadie sabía lo que era el Monte Gólgota. Hace unos días un viejo compañero me narró una anécdota quizás más tremenda. En su redacción y por una apuesta, había preguntado por separado a seis jóvenes periodistas, todos licenciados, que le explicaran qué era la URSS. Solo uno de seis lo sabía.
Añade que:
Este desplome abismal de la cultura general es terrorífico en España, donde «las generaciones más preparadas de la historia» están repletas de analfabetos funcionales.
Y concluye que:
Auschwitz fue la quiebra absoluta de la civilización. La memoria y la conciencia de la realidad del infierno concebido, organizado y dirigido por alemanes, por europeos -la terrible certeza de que el ser humano más civilizado es capaz de lo que allí hizo-, han sido cimientos de nuestras democracias y código moral y de honor civil y político desde entonces. Y también barreras infranqueables para las conductas democráticas. Hasta que ahora, quienes nada saben del pasado porque ha dejado de importar y de enseñarse, ya abren de nuevo, en su ingenuidad, sendas por terrenos envenenados que llevan al infierno.