Este 6 de febrero de 2015, escribe Maruja Torres en El Diario una columna titulada ‘Quién nos ha visto y quién nos ve’ en la que arranca diciendo:
Aplastados. Principios que algunos aprendimos a defender o simplemente anhelar -y el mero anhelo nos hacía mejores- cuando la dictadura, precisamente porque esta los pisoteaba y porque eran signo de identidad de las democracias a las que queríamos parecernos, se evaporan.
Añade que:
Decirse les meteremos un puro de la hostia y se van a enterar no solo nos denigra como demócratas, además es del género idiota vender la piel del terrorista cuando ni siquiera se dispone de los mecanismos para saber dónde está.
Y concluye que:
No pasa nada. Mano dura. Leña al mono. A ese mono desdentado en que nos hemos convertido.