La Marea de Pérez Henares

¿Periodismo?

Quizás al cabo de unos años, los medios de comunicación y los periodistas, nos veamos en la obligación de revisar y hacer una profunda autocrítica de nuestro papel y comportamiento durante estos tiempos. Quizás se nos exija o tal vez ya no sea necesario pues la propia sociedad y nosotros mismos nos hayamos ido ya irremediablemente por el desagüe y desembocado en la definitiva cloaca. Pero si llega el día la carga de la prueba será que de la situación a que lleguemos hemos tenido una responsabilidad determinante y, que lejos de haber contribuido a ser parte de su regeneración y solución, hemos sido parte decisiva del problema. Que en vez de haber sido una fuerza limpiadora, que no dudo que habrá que anotar en ello lo mas positivo y absolutorio de nuestra labor y eso contará en nuestra defensa, a lo que también hayamos contribuido haya sido a explotar, expandir y acabar por emporcarnos todos en la porquería, convertidos incluso en los cómplices de lo que presuntamente se combatía.

No será el único considerando en ese juicio. La politización mas sectaria convertida en banderín de enganche de la “causa”, el destierro de cualquier síntoma de imparcialidad, rigor y contraste para ponerse al servicio de una sigla, el desprecio a todo código ético arrumbado por enfervorizadas soflamas y el encumbramiento de los postulados goebelsianos o leninistas de convertir la información en propaganda y la opinión en agitación desatada son las señas de identidad mas definidas de por donde ahora atravesamos. Un cenagal donde los modos formas y maneras de la mas zafia telebasura son el modelo a seguir y ya no solo en estética y escenificación sino en contenidos, en valores y su ausencia y hasta en protagonismos y protagonistas. Un lugar donde la sensatez, la mesura, el equilibrio, y no digamos ya una idea, son arrastrados como antiguallas y desperdicios mientras se enaltece el griterío, el panfleto, la consigna y la verborrea. Un escenario en el que son los delincuentes mas señeros quienes alcanzan la gloria y cada cual encuentra su escribano. Los grandes capos grandes plumas, los medianos, plumilllas, los mas chocarreros y esperpénticos, palanganas.

Combatir contra la mafia no es precisamente transformarse en el vocero de un padrino, denunciar corrupciones no es ocultar las del contrario, exigir pluralidad no es practicar el púlpito y el incensario con los correligionarios. Periodismo no es la mayoría de las que vemos, oímos y leemos. Es otra cosa pero es lo que hoy y a todas horas emplatamos y servimos como si tal fuera y que las gentes como tal digieren. No es periodismo y cada vez sé menos en que nos estamos convirtiendo nosotros, que presuntamente lo ejercemos
(Mi artículo de hoy en OTR/EUROPA PRESS)

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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