La Marea de Pérez Henares

Rivera, el deber de no equivocarse

Al margen de cierta histeria demoscópica que sacude a las encuestas algunas tendencias emergen cada vez con mayor nitidez como referentes que van a configurar el próximo escenario político. Una, cada vez más sólida y cuajada es Ciudadanos y su líder, Albert Rivera.

Su partido, que se estrenó con éxito a nivel nacional en las europeas, obteniendo dos escaños se ha visto afectado en la percepción de su crecida por la irrupción estruendosa de Podemos. Algunos dirán que eso le perjudicó, yo opino que le ha venido de perlas para diferenciar su imagen y componer su estrcutura con sosiego y sin sobresaltos. Hoy está en una magnífica posición y uno diría que a Ribera le basta con no equivocarse, con no cometer errores de bulto, para conseguir un salto espectacular y que lo situe como una pieza central en la gobernabilidad de España, de sus autonomías y sus ayuntamientos.

Su anclaje ideológico le hace cercano y apreciable por muchos españoles. Su defensa y voluntad de regeneración de unos valores constitucionales que entiende deben ser apreciados en su justa medidas y que, lejos de despreciar entienden como un faro de democracia y libertad supone la piedra angular de su doctrina y posicionamiento que se completa con una tendencia liberal en lo económico y socialdemócrata en los social, alejada de confrontaciones cainitivas de rojos y azules, que como respuesta a corrientes de viejos odios y resentimientos no se cansa de repetir su maximo dirigente. Une a ello su bagaje, mas que acreditado en su tierra de nacimiento, Cataluña, de la unidad de España. Porque Ciudadanos, aunque de estreno en buena medida no carece de trayectoria y de experiencia.

Es por ello que el partido aparece como oferta apetecible para muchos, con posibles caladeros de votos en muy diferentes espectros tanto ideológico como sociales, y en dos vertientes intencionales muy curiosas y complementarias. En sus militantes y simpatizantes hay la ilusión debida en un proyecto novedoso que ofrece un cambio sensato, sin peligrosos desparrames extremistas ni olorosos rastros de dinero y padrinazgo que acaban llevando indefectiblemente a la Venezuela chavista, liberticida y protectora de criminales etarras. En sus simpatizantes y posibles votantes provenientes del PP y del PSOE aparece ademas un nuevo elemento, el de partido refugio del que no avergonzarse y al que se acude como posibilidad no traumática de futuro.

Todo ello está contando y sumando a favor de Ciudadanos. Rivera tiene ahora ante ello el deber de no equivocarse. Pero tan solo con no hacerlo son muchos los que se disponen a darle su confianza. En el camino hasta las urnas, las primeras en Andalucia, donde peor lo tiene y más patina, no le faltaran trampas ni peligros. Uno de los más visibles y que pueden resultarle letales son los arrimones-otra cosa fue el deseable acuerdo con UpyD imposibilitado por la tozuda y autoritaria soberbia de Rosa Díaz que tanto la ha deteriorado- de quienes buscan abrazos de oso que pueden desvirtuar su imagen y estilo y las intenciones de arribistas de todo signo que tras brujulear por diversos partidos buscan seguir “colocados” en el nuevo, como si con ello quedaran ellos mismos lavados. Y lo que pueden hacer es ensuciar a Ciudadanos.

Eso, me consta, preocupa y ocupa. Como también el día después de las urnas autonómicas y municipales. Y algún mecanismo de control ya esta dispuesto. No habrá una barra libre para los pactos y que aparezca una marabunta de intereses diversos y hasta personales sino que la decisión sera tomada de manera ordenada y colectiva por el conjunto y para el conjunto del partido. Porque, y quizás Rivera lo sepa bien, lo que ahora se le exige es, simplemente, no equivocarse.
( Art a través de OTR/Europa Press)

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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