Carlos Carnicero

Nervios electorales en Madrid.

Angel Gabilando es un catedrático que tiene la síntesis entre la metafísica y la vida cotidiana bien sincronizada. Apreciado por sus alumnos, cercano en el trato personal y con capacidad de imaginar el futuro. Es la esperanza blanca de que el PSOE no se diluya como un azucarillo en la capital de España. Creo que puede ser un Enrique Tierno Galván con menos dosis de narcisismo. Y puede significar el espejo en el que se miren nuevas generaciones de políticos que han respirado la vida profesional al margen de las costuras estrechas de los partidos.

Todavía no sabemos si Esperanza Aguirre será un remake de sí misma. O si hay otro tapado en la cabeza de Mariano Rajoy. Ejercicio, exhibición de poder de Mariano Rajoy, que no solo elige a los candidatos en la soledad de su mando sino que además los humilla haciéndoles esperar hasta el último minuto.

El enigma son el alcance real de las encuestas. Obsesión de los últimos meses. Los sociólogos las encargan una y otra vez y las escudriñan mientras las cocinan para que se acerquen a un sabor aceptable. La primera conclusión que se hace inamovible es la ingobernabilidad de los nuevos escenarios post electorales. Sopa de letras en ayuntamientos y en comunidades autónomas. La esperanza de los dos hasta ahora grandes partidos es que la gestión y la cercanía de los candidatos locales les permita ocultar las siglas de sus partidos y atraer a sus electores.

Pero hay miedo. Sobreactuación sobre Podemos. Se buscan facturas, indicios, corruptelas. Tengo para mi que muy pocos españoles soportarían el microscopio electrónico sobre sus conductas personales porque España es un país de picaros. La corrupción tiene un componente muy importante de oportunidad. Y los hechos demuestran que muchos ciudadanos que tienen la oportunidad de aprovecharse vulnerando la ética y la legalidad lo hace en la escala que les es posible.

Darle caña a Podemos forma parte del espectáculo mediático de los grupos que dependen de la audiencia. Primero fue la fase de conocimiento de que esta formación era un nicho de mercado televisivo. Y cuando no ha quedado más remedio han cambiado la exaltación por el linchamiento.

Estaba cantado que Tania Sánchez no trabajaba para Izquierda Unida sino que estaba sincronizada políticamente con su compañero sentimental. Pero era «machismo» evidenciar esa realidad. Ahora Tania Sánchez ya se ha destapado y busca la fórmula para que parezca aceptable su aterrizaje como candidata de Podemos en la comunidad de Madrid.

Estamos en universo dinámico, imposible de predecir cada acontecimiento que ocupa el espacio del anterior. Todavía hay muchas investigaciones policiales y judiciales en marcha. Y no se puede calibrar el peso de las noticias en el instante que se conocen.

Nervios en Madrid, porque España es un país focalizado en el centro. Es radial y todos los caminos conducen a Madrid.

Los nacionalismos clásicos van a ser los más perjudicados, porque el mapa político del bipartidismo imperfecto se completaba con unos nacionalismos periféricos a los que se les podía comprar con traspaso de competencias y compensaciones puntuales por sus apoyos al gobierno de la nación.

No hay muchas ideas nuevas. Mariano Rajoy, siguiendo al pie de la letra los augurios y las consignas de Pedro Arriola, se refugia en el crecimiento macro económico objetivo que no desparrama beneficios en la calle. Hierático, como siempre, conocedor de la pócima celta de que dar información y tomar decisiones públicas es perder poder, se calla mientras espera la llegada del Tour de Francia que es lo único que le proporciona verdadero placer. Mariano es la síntesis perfecta de la introspección personal.

El PSOE busca quien le escuche. Todavía no aspira a convencer, se limita a tratar de garantizar su existencia. Los resultados andaluces pueden ser la tabla de salvación de Pedro Sánchez, que convertirá la animadversión de Susana Díaz, si gana, en su amuleto.

Ciudadanos le está arrancando la sonrisa impostada a Rosa Diez, y de Podemos solo queda por saber cuantos de quienes disfrutan con su existencia estarán dispuestos a votarles para castigar al PP sin tirar su voto a la papelera.

Nervios en Madrid de cambio de época y de régimen. Como los procesos de cambio profundo son esencialmente impredecibles, la sabiduría de los sociólogos solo se atreve a concretar que todo es posible.

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