Este 26 de febrero de 2015, escribe Juan M. Blanco en Vozpópuli una columna titulada ‘Los límites del clientelismo’ en la que arranca diciendo:
El ejemplo griego, donde el flamante Tsipras puede acabar renunciando a buena parte de su programa, muestra nítidamente el corto vuelo de la emoción si no viene atemperada por un buen repaso a los números. Tal derroche de entusiasmo topa de bruces con el mundo real: dos más dos no llegan a sumar cinco por mucho empeño que se ponga.
Añade que:
El populismo no pregona la desaparición de los privilegios sino su generalización a todos los ciudadanos, un imposible categórico. No pretende desmontar las redes clientelares, más bien devolverles el esplendor de sus tiempos de gloria.
Y concluye que:
Carecen del mágico conjuro capaz de engordar el pastel a voluntad. Mejor aprender la lección: examinar cuidadosamente, calculadora en mano, programas y promesas en las próximas elecciones.