Este 3 de marzo de 2015, escribe Juan Carlos Escudier en Público una columna titulada ‘Que Zapatero aprenda de Aznar‘ en la que arranca diciendo:
Zapatero, un jarrón chino de la dinastía Ming en afortunada definición de Felipe González, se ha ido de viaje a Cuba y ha sido recibido por Raúl Castro, por eso de que le gusta el arte oriental y Arco le pilla a trasmano. La cita ha sacado de quicio al Gobierno, y Margallo ha llamado desleal al expresidente, quien, al parecer, sólo le informó de que pensaba ir a la isla con sus escoltas y con Moratinos.
Añade que:
Al mes de que Zapatero ganase las elecciones de 2004, y en lo que puede considerarse una lección magistral de cómo ha de conducirse con su país y con su gobierno un expresidente, Aznar visitó a George Bush en la Casa Blanca y al secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld. Allí hizo lo que se esperaba de él. Puso a caer de un burro a Zapatero por haber retirado las tropas de Irak y vino a justificar las torturas de soldados de EEUU a presos iraquíes en Abu Ghraib.
Y concluye que:
A Zapatero, a quien el propio Rajoy dedicó epítetos tales como bobo solemne, irresponsable, grotesco, frívolo, inexperto, antojadizo, veleidoso, inconsecuente, acomplejado, perdedor complacido, radical, taimado, maniobrero, agitador, ambiguo, débil e inestable, no se le puede pedir tanto. Es lo que hay.