Este 6 de marzo de 2015, escribe Juan Carlos Escudier en Público una campaña titulada ‘Que conste que no somos como nuestros políticos’ en la que arranca diciendo:
Como es bien sabido, los españoles somos alérgicos a la corrupción y la mera proximidad con un corrupto nos produce sarpullido. Durante años millones de compatriotas han sufrido esas horribles erupciones que les dejaban la cara como un mapamundi a consecuencia de un fenómeno inexplicable: la honrada ciudadanía era tan incauta que elegía sistemáticamente a políticos muy golfos a los que luego maldecían al mirarse los granos en el espejo.
Añade que:
Lo que es evidente, y esto tiene que quedar muy claro, es que los votantes españoles no tenemos responsabilidad alguna en la elección de estos desalmados. Y no es por buscar excusas. Algunos de ellos serán corruptos, sí, o indeseables machistas, que también, o sólo indeseables, pero graciosos son un rato.
Y concluye que:
Lo más extraño de todo es que esto nos pase a nosotros, que jamás pagamos una factura sin IVA, que declaramos hasta el último céntimo en el IRPF y en el impuesto de Sociedades más todavía, que jamás aceptaríamos comisiones de un constructor y que no le birlaríamos un caramelo a un niño ni aunque fuera de fresa. ¿Qué habremos hecho entonces para merecer esto?