Este 8 de marzo de 2015 escribe Pablo Molina en Libertad Digital una columna titulada ‘A los pijomarxistas que quisieran haber tenido un padre obrero’ en la que arranca diciendo:
Sostiene FJL que para ser de izquierdas hay que tener pasta y no le falta razón. Esto se veía muy bien en la España rural de los 70 del siglo pasado, en la que sólo los hijos del boticario, del alcalde y de unas pocas familias de la burguesía local podían permitirse el lujo de suspender un par de cursos del bachillerato y luego, en la Universidad, pasarse un lustro vegetando antes de volver a casa sin título, con ciertas adicciones poco saludables y casados de penalti para hacerse cargo del triste negocio familiar.
Añade que:
En el submundo de la izquierda juvenil parece que nada ha cambiado y que a vosotros, niños pera que pasáis por rabiosos marxistas, os sigue gustando fingir que procedéis de una familia de «clase obrera».
Y concluye que:
El socialismo es lo que más daña a los que menos tienen.