Este 9 de marzo de 2015, escribe Juan Ramón Rallo en Libre Mercado una columna titulada ‘De segundas y últimas oportunidades’ en la que arranca diciendo:
La semana pasada el Gobierno aprobó la ley de segunda oportunidad, mediante la cual se pretende exonerar de sus pasivos a los deudores de buena fe que, a lo largo del procedimiento concursal, hayan sufrido la liquidación de todo su patrimonio sin ser capaces de resarcir el conjunto de sus obligaciones.
Añade que:
Para el Gobierno, todo es susceptible de ser impagado menos las mordidas de Montoro y de Báñez: éstas por necesidad se conservarán hasta la misma sepultura (y acaso más allá).
Y concluye que:
El riesgo de obligar a los deudores a disfrutar de la potestad de exonerar sus deudas en caso de insolvencia sobrevenida es justamente el de que las personas sin patrimonio se vean excluidas del mercado de crédito: que no se les conceda una segunda oportunidad sino que se les imponga la última. Necesitamos contratos libres, no contratos planificados e impuestos desde La Moncloa.