Este 12 de marzo de 2015, escribe Antonio Casado en El Confidencial una columna titulada ‘Venezuela, en la política española’ en la que arranca diciendo:
Raúl Castro se acerca a EEUU y se aleja de Venezuela (el primer donante ya no es Cuba, sino Rusia). Barack Obama le cuelga el sambenito de «peligro para la seguridad de Estados Unidos». Y en España miramos hacia allá como si fuera un capítulo de la política doméstica.
Añade que:
En esa dinámica encaja la visita a Madrid de Mitzy Capriles, la esposa del encarcelado alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, detenido el 19 de febrero por el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia). Hoy va a ser recibida por el expresidente Aznar, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, y la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal. Doble contra sencillo a que alguien va a echar de menos un encuentro solidario del líder de Podemos con la esposa del dirigente de la oposición.
Y concluye que:
El argumento favorito de corruptos y dictadores es declararse víctimas de una conjura. De lo primero hay en España ejemplos a patadas. Y a falta de dictadores propios (vivos, quiero decir), nos fijamos en los que nos quedan más cerca. Maduro se ha ganado a pulso tan lamentable condición.