Pedro G.Cuartango titula este 14 de marzo de 2015 ‘Una pareja feliz‘ su artículo en El Mundo:
No todo en la política española es sórdido o trágico. Hay dirigentes que nos hacen sonreír e incluso soltar alguna carcajada. Y eso es de agradecer en unos momentos en los que España parece teñida de negro mientras crece el tono de la confrontación.
Sigue:
Hay dos representantes del PP que, por lo menos, nos alegran la existencia con sus permanentes meteduras de pata, sus afrentas al sentido común y su torpe manejo del lenguaje que desmitifican la pretendida seriedad de la política. Me refiero a Rafael Hernando y Carlos Floriano, tanto monta monta tanto, a los que Pedro J. Ramírez bautizó hace unas semanas como Hernández y Floriández, en alusión a Hernández y Fernández, los detectives de Tintín que tienen virtud de confundir siempre a la víctima con el delincuente.
El mutismo de Rajoy, la demagogia de Pablo Iglesias, las contradicciones de Pedro Sánchez o la ambigüedad de Albert Rivera son meros accidentes, atributos circunstanciales de la política. Pero las tonterías que dicen Hernando y Floriano muestran su verdadera naturaleza: el espectáculo. Que la política se ha convertido en una comedia en la que brilla por su ausencia el debate ideológico y predominan los elementos cómicos queda en evidencia en el chusco discurso de ambos, que se parecen mucho más a Mortadelo y Filemón que a los dos agentes franceses.
Concluye:
Al igual que Calígula convirtió en senador a su caballo por lo bien que le había servido en Hispania, Rajoy también ha promovido a Hernández y Floriández por los servicios prestados, que deben de ser muy grandes aunque los demás seamos incapaces de adivinarlos. Hay que agradecérselo por los buenos ratos que nos hacen pasar. Y porque demuestran cada día la pujanza de esta España cañí y tragicómica que ha renacido de sus cenizas.