«A mí me gustaría [tocar al Papa] para saber de qué pasta está hecho este hombre que es la encarnación de todo lo que cabe en la palabra de Dios»

Este domingo 22 de marzo de 2015, Jaime González escribe un artículo en ABC bajo título El botón de la Sotana, que arranca diciendo:

Dijo el Papa Francisco: «Para tocar al Dios vivo hay que besar las llagas de Jesús en los pobres y hambrientos». Y como los pobres y hambrientos están siempre presentes en las palabras de Francisco, las monjas de clausura de un convento de Nápoles decidieron ayer besar las llagas de Jesús tocando al Papa […] 68 religiosas de permiso lanzándose contra un Papa sitiado por un montón de manos blancas, ávidas de palpar su humanidad, como si fueran quinceañeras que hubieran hecho cola durante días para arrancarle el botón de la sotana.

Continúa el jefe de Opinión en el diario de Vocento:

¿Tendrá cosquillas el Santo Padre, como revela la expresión de su rostro, o es una mueca de asombro ante el bendito acoso de esas monjas que quieren llevarse al convento el recuerdo de una huella imborrable?

Finaliza González:

Otra vez, el Papa besaba las llagas de Jesús y ponía sus manos en la herida: «Una sociedad corrupta apesta y el que permite la corrupción no es cristiano». Lo hacía sobre la piel en carne viva de una zona de Italia devastada por la mafia. No es de extrañar que las monjas de clausura quisieran tocarle: a mí me gustaría hacerlo para saber de qué pasta está hecho este hombre que es la encarnación de todo aquello que cabe en la palabra de Dios.