Este domingo 22 de marzo de 2015, Elvira Lindo escribe una columna en El País bajo título Día del Padre, que arranca diciendo:
Mad Men, the last ride, así reza el cartelón luminoso que muchos taxis de Nueva York pasean de un lado a otro en estos días. Anuncio que va acompañado de la silueta inequívoca que los diseñadores de la serie recortaron en negro sobre blanco de Don Draper.
Continúa:
Todos los padres de aquellos años podrían ser considerados inadecuados. El mundo era otro y los niños no tenían una presencia tan acaparadora en la vida familiar. Los padres eran los protagonistas; nosotros, los personajes secundarios. Hay muchos momentos en esa serie en los que me parece estar viendo a mi propio padre, también ejecutivo, también bebedor, fumador, vividor, y más cosas que sospecho.
Finaliza así:
Esta semana, en ese ñoño 19 que las redes sociales han reavivado, parece inevitable colgar una foto del padre en su esplendorosa juventud y escribir un texto emotivo en el que se le describe como guapo, íntegro, protector. Un sueño de padre. La literatura del Facebook es muy dada al maquillaje de la realidad.