Este 31 de marzo de 2015, escribe Pablo Planas en Libertad Digital una columna titulada ‘Cataluña, Catalonia y Catalepsia’ en la que arranca diciendo:
El proceso separatista está vivo. Nos habíamos olvidado de Mas, de Junqueras y de las monjas alféreces, pero ellos y ellas no se habían olvidado de nosotros. Se habían tomado un respiro y hecho un break para volver más fuertes que nunca, como Boney M o La Década Prodigiosa. Menos mal y menos es Mas
Añade que:
Se avisa de que el suflé está en su punto, de que la burbuja no se ha pinchado, de que ‘freedom for Catalonia’, de que los zombies han vuelto y de que este remanso de paz entre atentados en Túnez y vuelos abortados no era más que un respiro para coger aliento, un paso atrás para tomar impulso, una argucia, una añagaza, una artimaña y una astucia.
Y concluye que:
La independencia, según la partitura adaptada, se producirá año y medio después de las próximas autonómicas, en febrero del 2017 si las dichas elecciones se celebran este septiembre, a finales. Febrero de dentro de dos años. El 29 de ese mes. La historia interminable.