Julia Navarro

«Etica y estética»

El debate no es nuevo y la pregunta es siempre la misma:»¿Deben los parlamentarios compaginar su función con actividades privadas?.

A priori la respuesta debería de ser un «No» rotundo, pero como todo en la vida hay matices. En realidad en las Cortes hay unas normas, unas líneas rojas claras de lo que puede y no puede hacer un parlamentario, pero lo que no hay es ningún mecanismo que se encargue de averiguar si lo que declaran sus señorías que hacen es verdad o no lo es. Un diputado puede poner en su declaración ante el Congreso que es abogado, pero claro hay muchas maneras de ejercer la abogacía. No es lo mismo asesorar a una ONG que a una multinacional.

De manera que al «destaparse» que el diputado Martínez Pujalte y el hoy embajador en Londres, Federico Trillo se han dedicado a asesorar a determinadas empresas, vuelve a hacerse evidente que la ética y la estética van de la mano y que la una no es nada sin la otra.

Federico Trillo se defiende diciendo que había informado al Congreso y que además ha pagado religiosamente sus impuestos a Hacienda. Eso no opta para que aunque sea legal que haya estado asesorando a una empresa no tenga un pase desde el punto de vista ético y estético.

Lo mismo en el caso de Martínez Pujalte. Hombre, que un empresario pague un sueldo mensual a un diputado por tomar cafelito para hablar sobre la marcha de la economía es cuanto menos chusco. Será legal, pero chirría por todas partes.

Ya que la legislatura está a punto de acabar no está de más que los partidos se «retraten» y nos digan cuales son sus líneas rojas respecto a la compatibilidad entre la actividad pública y privada.

Mientras que desde el PSOE se ha propuesto endurecer las incompatibilidades desde el PP con total desparpajo y sin sonrojarse proponen disminuir las compatibilidades ya existentes. Un grave error por su parte, en un momento en que la opinión pública tiene la percepción de que hay demasiada corrupción en los aledaños del PP.

En cualquier caso el debate está servido y los partidos, ya digo tienen que retratarse. Ojo, no se trata de establecer una incompatibilidad total pero en mi opinión banqueros y empresarios no debe de tener en sus nóminas a políticos porque de lo contrario los ciudadanos tendremos toda la razón para desconfiar de los políticos y preguntarnos qué prima en su actividad, si los intereses generales o los intereses de quienes les tienen en nómina.

Ya digo que se trata de endurecer las incompatabilidades pero sin fundamentalismos. Hago preguntas en voz alta. Por ejemplo para un diputado que sea médico dejar de ejercer significaría quedarse al margen de las innovaciones e investigaciones que todos los días se producen en la Medicina.

Vayamos a otra profesión, por ejemplo profesor. Si es un profesor de primaria, o secundaría siempre cabe el que algún padre desconfíe de que no «adoctrine» a los chavales. ¿Y En la Universidad? Pongamos que el diputado en cuestión es una eminencia en cualquier materia, desde Griego Clásico a Física Cuántica ¿debería dejar de transmitir sus conocimientos específicos sobre la materia? Es evidente que aquí no existe incompatibilidad.

En el caso de los periodistas, aquí también esta claro, los periodistas no somos protagonistas de las historias sino que nuestra obligación es contar lo que sucede, de manera que la incompatibilidad es manifiesta. Eso sí, ahora mismo hay muchos diputados que ejercen de tertulianos que es un genero híbrido. Hay que decir que la mayoría de los que se lo montan de tertulianos no reciben retribución alguna.

En fin, me parece a mi que sobre este asunto todos sabemos donde están las líneas rojas y es evidente que tanto Trillo como Pujalte han traspasado las líneas rojas de la ética y la estética por más legal que sea que les paguen por asesorar a empresarios.

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