Fernando Jauregui

El Rey también estaba en las encuestas.

Con tanto alboroto, casi pasa desapercibido que Felipe de Borbón es, dicen las encuestas, el ‘político’ mejor valorado por los españoles, que su aceptación bordea el sesenta por ciento y que constituye, por tanto, un factor de estabilidad en un panorama de pactos que no llegan, acuerdos parece que imposibles y amenazas de ingobernabilidad.

Siempre me he confesado monárquico, aunque crítico con muchas cosas. Por eso mismo, me creo legitimado para afirmar que Felipe VI lleva trazas de convertirse en el mejor rey que ha pasado por España, y que su figura es un signo de esperanza para quienes tanto desconfían de la trayectoria política general.

Estamos inmersos en una campaña electoral y acaso lo menos correcto políticamente sea hablar del jefe del Estado cuando se dilucidan presidencias autonómicas, alcaldías y, allá al fondo, quién será el inquilino de La Moncloa cuando se inicie 2016. El sondeo del CIS, además de darnos inequívocas señales de la popularidad del Monarca, nos ofrece un panorama no sé si preocupante o esperanzador: sin pactos no habrá gobiernos.

Lo que tiene algunas derivadas inciertas: de Albert Rivera pudiera depender la gobernabilidad de medio país. Si Ciudadanos apoya al PP, serán los ‘populares’ quienes manden en siete autonomías y medio centenar de ayuntamientos importantes en litigio; si apoyan al PSOE, pues ocurrirá lo contrario.

Claro, puede ocurrir que Ciudadanos -lo de Podemos es cosa cada vez más diferente- decida no involucrarse explícitamente, en contra de lo que hasta ahora viene haciendo en Andalucía, y, con su abstención, permitir que gobierne el más votado, que es algo sobre cuya conveniencia deberían meditar socialistas y ‘populares’ (sobre todo los primeros, que teóricamente se oponen, ahora, a ello). Y, así, Ciudadanos perdería su condición de árbitro casi omnipotente de cuanto suceda o vaya a suceder en la política española.

Pero cómo pedir, en estos tiempos de cólera y del cólera, planteamientos racionales en medio de la pelea a muerte por fotografiarse en el podio. En tiempos en los que ni siquiera la amenaza territorial planteada por ese Artur Mas que se fotografía, sonriente y sardónico, tras Mariano Rajoy al volante de un automóvil, parece inquietar a la clase política establecida y acomodada… ni tampoco, por cierto, a la emergente. A esa clase política que incluso se aferra a las elecciones británicas -tan distintas, tan distantes- para decir ‘hemos ganado, habéis perdido’. Cosa de locos, vamos.

Por eso se necesitan factores de equilibrio, de serenidad. Y yo ahora solamente veo en el panorama político a ese Felipe VI que, en cuanto que ciudadano Felipe de Borbón, es tan valorado incluso por el republicanismo de Pablo Iglesias que le define como un potencial ‘gran presidente de una República española’. Sé que es una ‘boutade’ del dirigente de Podemos, pero no deja de ser reveladora.

Así que, de la tan traída y llevada encuesta del CIS de esta semana, yo me quedo con ese dato del aprobado alto del Rey mientras todos los demás, para bien o para mal, quizá algo injustamente, no digo yo que no, reciben tan bajas calificaciones.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído