La Marea de Pérez Henares

El 24-M en positivo

Aunque uno ya no tiene un pase, está muy toreado, y no se traga un mitin más –ese cupo reboso hace lustros-he de reconocer que esta campaña electoral y estas elecciones de mañana han vuelto a despertar emociones perdidas en los tendidos. En los de sol y en lo de sombra.

El lunes es más que posible que el 24-M se juzgue por sus caras más amargas, en sus aristas más preocupantes y en sus escabechinas más dolorosas. Será de obligado cumplimiento el así hacerlo con el añadido del viejo axioma periodístico que los cataclismos siempre venden más que la placidez y las malas noticias que la buenas, excepto en el futbol donde cuando se pierde los lectores huyen. Tiempo habrá para afilar todo eso y recontar los cadáveres políticos esparcidos por la geografía nacional.

Hoy, sin embargo es oportuno fijarse en algunos aspectos reconfortantes y esperanzadores de esta fiesta de la democracia que no deja nunca de ser nunca una votación. Porque el voto, en símil sacro, viene a ser la consagración y la comunión de esa concelebración donde todo el pueblo se expresa y decide. Es la plasmación de la soberanía de un pueblo ante quien cualquier otro poder ha de inclinar su cerviz y aceptar su decisión.

Lo que del 24-M resulte será lo que los españoles habremos querido que suceda. Ni más ni menos. Para bien o hasta para mal. Será su sentencia. Inapelable hasta que su plazo cumpla. Que podrá parecernos errada o acertada, pero ante la que no cabe recurso hasta que no se abra, cuando concluya su vigencia, un nuevo juicio. Pero el dictamen de este y para lo que en esta ocasión decide, alcaldes y comunidades autónomas, no admitirá recurso hasta dentro de cuatro años. Será la sagrada voluntad que el pueblo ha expresado.

De quienes la hayan querido expresar. Que esa es la primera consideración y que todo apunta a que en esta ocasión serán más de los que eran, en una clara recuperación de participación a pesar de que un millón de andaluces celebren ese día la romería del Rocio, que algo me temo va a influir en rebaja por allá de peregrinación a la urna. Romerías aparte quizás el primer elemento a considerar este domingo será la recuperación de la pulsión y hasta de la pasión por el voto. Y esa será la mejor noticia porque significa que la sociedad española renueva y refuerza su apuesta por la democracia, por la urna como esencial instrumento de decisión y actuación.

Me congratula. Por muchas razones y una que es de justicia destacar. Que quienes anteayer gritaban su repudio al sistema acudirán mañana a hacer uso de su herramienta esencial. Es un paso trascendental. Pero que también lleva acarreado un compromiso. Que al participar y competir con el voto y con el voto, uno se obliga a aceptar los resultados. Que vale si se gana, pero si se pierde vale también. Que esto es algo, y que me perdonen la suspicacia, pero ya saben lo del gato y el agua, que me parece que algunos no acaban de entender y que suponen que el voto solo es un útil que viene de perlas usar pero que si no consigue el propósito perseguido entonces se puede sustituir por otro y ya está. Pues eso si que es que no. El votar significa sobre todo y ante todo el sometimiento al voto de los demás. Si son los otros más.

Que haya cientos de miles de personas quienes desde estos segmentos o desde otros acudan a las urnas de mañana resulta en verdad alentador. Que a muchos les muevan impulsos de regeneración va a contribuir a recuperar, y aún más que lo anterior, la validez de lo que es el recipiente vital de nuestro ecosistema de libertades, derechos y deberes, que por si alguien ha olvidado se llama Constitución.
Lo que sea, mañana sonará Pero cuantos más lo hagamos sonar mas afinado estará. Luego ya veremos quienes se reparten las orejas, quien da la vuelta al ruedo, el que sale a hombros por la puerta grande o quien se corta la coleta en hombros si es que a alguno lo sacan o a otro le alcanza la vergüenza torera de hacerlo. Pero eso ya lo contamos en la crónica de mañana. Hoy lo que es alegre reseñar es que la pasión ha vuelto al tendido y hasta se han vuelto a llenar algunas plazas. Pues que se llenen de votos las urnas y ya veremos después como queda el escalafón.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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