Este 22 de mayo de 2015, escribe Hermann Tertsch en ABC una columna titulada ‘Derecho al olvido’ en la que arranca diciendo:
La señora Carolina Bescansa es una dirigente del partido Podemos que ayer no pudo conciliar con José María Aznar en la Plaza Castilla de Madrid. No es que esta señora quisiera ser amiga de Aznar y se citara con él en esa plaza del norte de Madrid, en la que hace muchas décadas quedaban los domingos las «tatas» con los «sorchis» para conocerse mejor en los solares que había por allí por entonces.
Añade que:
Es la exigencia de un trato especial. Como Manuela Carmena, que se pretende un alma pura y miente nada más abrir la boca cuando dice que va por libre y esconde la realidad bolchevique y antisistema de su lista. La juez comunista disfrazada de virtuosa Mary Poppins dispara desde el bolso con la Gran Berta contra Aguirre, contra la que todo vale.
Y concluye que:
Es comprensible que quieran olvidar. Pero mientras no consigan implantar aquí un régimen parecido al que ayudaron a construir en Venezuela, que encarcele o mate para imponer el silencio, mientras prevalecerá sobre su derecho al olvido nuestro derecho a la memoria. Que en casos como este puede ser el mismísimo derecho a la supervivencia.