Andrés Aberasturi publica en Europa Press este 4 de junio de 2015 una columna titulada ‘Minorías’:
Ahora está a punto de comenzar la era de los pequeños que ya han empezado a hacer dos cosas que mosquean: la primera recular de algunos de sus principios, esos que les llevaron a convertirse en lo que son, y la segunda a humillar a los grandes con exigencias que no son hoy por hoy necesarias pero que se resumen en una frase: «te vas a enterar de lo que vale mi apoyo».
Añade:
Y en este panorama en el que casi todo vale, tal vez con el poder obnubilando las cabezas, se dicen las cosas que se dicen y por ahora no se hacen. Verdaderos disparates tales como asegurar desde alcaldías que no se piensan cumplir las leyes que se consideren injustas -o sea cargarse el estado de derecho- hasta proponer excarcelar al 95 por ciento de la población reclusa o apoyar los movimientos okupas. No sé de memoria los poderes de un alcalde aunque me temo que no llegan tan lejos. Pero el problema no es que lo digan y no lo puedan hacer después, el problema es que lo piensan y lo pregonan.
Concluye:
Poner de acuerdo a tres partidos no es fácil y a las pruebas me remito porque poner el famoso cordón sanitario contra un sólo partido -que tampoco parece que funcionó en las épocas de ZP- no es ni suficientes ni realista. El deseo de exclusión no es positivo porque, una vez excluido el enemigo, hay que gobernar el día a día y ahí empiezan los problemas.
Bienvenidas sean las minorías para regenerar y unir; mal asunto si lo único que les une es lo que no quieren en lugar de lo que sí queremos todos.