Este 16 de junio de 2015, escribe Carlos Carnicero en Europa Press una columna titulada ‘De la contrarrevolución conservadora al cambio’ en la que arranca diciendo:
En el universo de Esperanza Aguirre y de Rita Barberá se había establecido el paradigma de que a los poderosos había que allanarles el camino porque su riqueza soltaba migajas que salpicaban a todos. El asentamiento de la corrupción favoreció la riqueza instantánea. Y con ella, salarios, aunque magros y temporales.
Añade que:
Es esta un película de riguroso estreno. Madrid, gobernada por una mujer que siempre ha sido de izquierdas, con más de setenta años y que ha generado una suma de votos procedente de distintos sitios. Conozco a mucha gente que ha votado a Carmena para el ayuntamiento y a Gabilondo para la Comunidad Autónoma. No es solo una revolución de jóvenes intrépidos sin complejos. Esto tiene calado intergeneracional.
Y concluye que:
Ha cundido la alarma en el universo de los biempensantes. Rita Barberá y Esperanza Aguirre ya no están en la pomada, aunque seguirán enredando en la medida que puedan. Los cambios siempre son así. Producen adhesiones y pánico. Y en esa dialéctica ha discurrido la historia. Me he pedido un asiento en primera fila para no perderme detalle.