Este 30 de junio de 2015, escribe Ramón Pérez-Maura en ABC una columna titulada ‘Era todo muy evidente’ en la que arranca diciendo:
Jean-Claude Juncker se siente «en cierta forma traicionado». Pues si eso es verdad sería mejor que no continuase él llevando ninguna negociación con el Gobierno griego. ¿Es que Juncker se creía que sus interlocutores eran ejecutivos de la banca suiza? ¿Sesudos integrantes del civil service británico? ¿Hábiles enarcas franceses? Si de verdad le han engañado los griegos mejor será que se vaya a su casa.
Añade que:
Ayer nos faltó ver a los Pablo Iglesias del mundo acudir a las instituciones financieras a invertir sus ahorros en deuda pública griega. Todo estos críticos de la UE podrían dar esa muestra de solidaridad con sus ahorros. Para demostrar que van un paso más allá del que ya hemos ido todos con los 26.000 millones que tenemos allí en riesgo los españoles y de los que nos dijo José Luis Rodríguez Zapatero en 2010 que iban a ser un gran negocio.
Y concluye que:
Recordemos el cambio que logró dar Samaras a una Grecia en quiebra. Hace seis meses Grecia era un país a punto de salir del programa de rescate de 2012. Hoy tiene que pedir un nuevo rescate que no se le puede dar, por la simple razón de que no va a hacer nada para devolverlo y mucho para seguir sacándonos la hijuela.
