JosŽ Luis G—mez

Lenguaje electoralista.

El PP sostiene que son sus reformas las que han llevado a España a la vuelta al crecimiento y al empleo, de ahí que su líder, Mariano Rajoy, clausurase su conferencia política con un llamamiento a impedir que España regrese a una pesadilla que asocia al Gobierno del PSOE. También, con una advertencia a los demás partidos que quieren anular la tarea del PP.

A unos meses de las elecciones generales, es cada vez más difícil que el lenguaje político sea riguroso, ya que el que más y el que menos precisa arrimar el ascua a su sardina. Es en este contexto en el que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, intenta apoderarse del crecimiento de la economía para convertirlo en su principal arma electoral al servicio del PP. Políticamente, puede comprenderse. Desde un punto de vista económico, cuando menos le falta rigor.

En un escenario de cambio de ciclo económico y de tipos de interés a la baja, marcada desde el Banco Central Europeo, España también ganó competitividad gracias a que el precio del petróleo disminuyó un 58% desde sus máximos de 2008 y a que el euro perdió casi un 20% de su valor respecto al dólar en el último año. Pero nada de todo ello tiene relación con la política del Gobierno. Y, lo que es peor, nada tiene que ver con una posible mejora de la competitividad basada en reestructuraciones empresariales, políticas de I+D, implantación de innovación tecnológica, ocupación de nuevos nichos de mercado o lanzamiento de proyectos estratégicos, como destaca un análisis del economista Marcelino L. Fernández Mallo, director de la consultora Sphenia, que tampoco pierde de vista el aumento de la deuda pública de forma descontrolada, tanto en valores absolutos como en términos relativos respecto al PIB.

Este tipo de análisis, que a simple vista parecen afear la política económica del Gobierno, podrían aplicarse también a una gran parte de la Oposición, en el sentido de que no instala en el debate político los problemas de fondo de la economía española. Dicho de otro modo: se sabe mucho de cómo quiere gastar la Oposición pero se sabe poco de lo que quiere hacer para modernizar España, de modo que crezca no solo gracias a factores externos, sino a que se ha dotado de un nuevo modelo económico, capaz de dejar atrás la era del ladrillo. Por no hablar de la desigualdad que desató la recesión y que este modelo de crecimiento es incapaz de corregir.

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