Diríase que los socialdemócratas europeos votaron a un chino para presidir el Eurogrupo. Si así hubiera sido, cobrarían algún sentido las acusaciones de «antipatriota» que el PP hace al PSOE por no haber hecho campaña en favor del español De Guindos, derrotado por Dijsselbloem no se sabe bien si por un estrecho margen o por goleada. El hecho de que se tratara de elegir al responsable de una institución transnacional, de la «patria» común europea, lo cual se hace desde la afinidad en el proyecto político y no desde el mero paisanaje, no parece arredrar al PP en su desesperado empeño de acusar a todos de todo lo habido y por haber.
Pero es que tampoco está tan claro que Luis De Guindos sea tan español como sus pares dicen: era, según parece, el hombre de Alemania, es decir, de la Merkel. ¿Es muy patriota eso? No será uno el que pontifique sobre patriotismos y españolidades, estableciendo qué es un buen patriota y un mal patriota, un buen y un mal español. Como mucho, diría que un buen patriota es el que no fastidia a la patria, y un buen español, el que no fastidia a los españoles. ¿Cómo anda De Guindos de eso? Podría preguntarse a las innumerables víctimas de su brutal política de exacciones y recortes al dictado de Alemania, es decir, casi a cualquier español. De Guindos se las prometía muy felices por sus señalados servicios a los prestamistas europeos, esto es, a la política emanada de Berlín que diseña una Europa de muy pobres y muy ricos, de amos del Norte y esclavos del Sur, y por su activismo en pro de la destrucción del ahorro popular. Y no se lo han agradecido. Ni a Rajoy. ¿De quién puede ser la culpa? Acabáramos: de Pedro Sánchez y de los griegos. Desde un punto de vista intelectual, la acusación es penosa; desde el político, de una menesterosidad total. Lo sorprendente es que crean que así van a ganar muchas elecciones.
