Hermann Tertsch titula ‘La tasca suprema’ su columna de este 24 de julio en el ABC y que comienza así:
NICOLAS Sarkozy estuvo hace poco en Madrid invitado por Mariano Rajoy. Una de las principales razones de este viaje debió de ser ir juntos a comer a la Tasca Suprema en la calle Argensola. Allí en la última mesa, el soriano Fernando y su hijo José los tratarían, estamos seguros, de miedo. A Rajoy lo tratan tan bien allí desde que era jefe de la oposición. Acudía muy asiduamente con su jefa de prensa y su escudero mochilero y hacían larga sobremesa, puro va, puro viene. ¡Qué tiempos! Nunca ha tenido prisas ni agobios nuestro presidente, ya célebre por declararse «cómodo y tranquilo» hasta el pasado 25 de mayo, el día en que miles de miembros de su partido habían perdido el cargo y el trabajo
Continúa:
Cuando tantos datos económicos nos dicen que España podría consolidar un periodo de crecimiento para solventar algunos de sus principales problemas, todo apunta a que el desprecio a la política de Rajoy se vengará en los españoles. La política irracional que se anuncia triunfante abortará nuestra recuperación y dará un gravísimo golpe, quién sabe si de gracia, al proceso de unidad europea y al euro. Soberbia, inanidad e indolencia han abierto las puertas a los nuevos bárbaros que, si se imponen, sacarán definitivamente a Europa de sus cuadernas. Y el norte se irá con Alemania y el sur se desperdigará, fracasado, precario y peligroso.
Algunos no parecen ver los peligros. O creen que tienen toda una vida por delante. Algunos malvados pensarían en que el expresidente francés vino a Madrid a explicarle a Rajoy cómo sobrevive uno a una catástrofe electoral de las de verdad, de las que afectan a uno mismo, personalmente, no de las que liquidan a los pringaos de los ayuntamientos y a los barones. Quizás, habrán dicho, Rajoy esté preparando ya, con ayuda de Sarkozy, su retorno como candidato del PP para el año 2020.
Finaliza:
Tiene el plan de echar a Hollande y ponerse él. Su principal apuesta ideológica ha sido cambiar el nombre de su partido, de UMP a Republicanos, y dejar que sus dirigentes viajen a Crimea para celebrar a Putin. Y disputar a Le Pen algunos de los millones que el Kremlin reparte entre partidos en Francia y el resto de Europa. Con esos mimbres políticos e ideológicos, es decir ninguno, Rajoy y Sarkozy parecen hacer planes creyendo que Europa tiene todo el tiempo del mundo para sus planes personales. Como una sobremesa en la Tasca Suprema. Y lo cierto es que España y Francia están en periodo de descuento. Como lo está Europa entera.