Fernando Jauregui

Previsibles Presupuestos en un mundo de imprevistos.

Vuelven a abrirse las puertas del Parlamento, pero solamente para poco más de dos meses, que es cuando se disolverán las cámaras para dar paso a la convocatoria de elecciones generales. Es decir, que este martes, cuando en el Congreso se debatan los Presupuestos generales del Estado para 2016, y en el Senado se trate de dar luz verde a una decena de leyes pendientes de aprobación, es cuando oficialmente empieza el curso político más apasionante que muchas generaciones hayan vivido en España.

Acerca de los Presupuestos, tramitados apresuradamente para que se aprueben antes de las elecciones que probablemente tendrán lugar el 20 de diciembre, no hay ya mucho que decir, excepto que contienen algunas ‘perlas’ notables, que es de suponer que aparecerán en un debate parlamentario en el que la oposición va a acusar al Gobierno de tratar de imponer ‘sus’ cuentas generales antes de acudir a las urnas, a ver si el Partido Popular revalida -o no- su mandato. Debo decir que, en principio, no me parece mal este adelantamiento en la aprobación de los PGE, cuyas líneas generales no podrían ser muy diferentes si los hubiesen presentado los socialistas: en una economía tan dependiente de los parámetros de la Unión Europea, el margen de maniobra y de autonomía no es demasiado grande. Y tener los PGE aprobados antes del zafarrancho de la campaña electoral contribuye a dar estabilidad a nuestra economía.

Se trata, pues, de unos Presupuestos que son lo que a Rajoy le gusta ser: previsibles. Pedro Sánchez trata de forzar al presidente para que sea él mismo quien defienda los Presupuestos que Sánchez atacará, pero, previsiblemente (volvemos a la palabra), Rajoy no dará sorpresa alguna y dejará que sea Luis de Guindos, uno de sus ministros técnicamente más competentes, quien lidie la faena. Así que lo imprevisible es lo que ocurrirá después… y ya este martes en los pasillos.

Porque, a estas alturas, resultaría extraño que tanto Rajoy como su principal opositor, Sánchez, no lleven algunos mensajes en sus alforjas para dejarlos caer en estas horas del regreso ante los micrófonos. Y no, siento decirlo, pero los Presupuestos puede que sean lo importante, pero lo interesante, y además lo importante, es que el próximo 11 de septiembre, con la Diada -si es que no se adelanta, como algunos quisieran en Barcelona_ comienza la campaña electoral catalana. Y ni Rajoy, ni Sánchez, ni los emergentes (que este martes no estarán en la Cámara Baja) han aprovechado la paz de las vacaciones para lanzar algunas posibles soluciones ante el ya tópico, pero desgraciadamente real, choque de trenes que se nos avecina con las elecciones autonómico-plebiscitarias en Cataluña y sus consecuencias.

Así que lo único previsto y previsible son los Presupuestos, que se aprobarán con la oposición de todos, menos del grupo Popular, y que luego se cumplirán en mayor o menor medida. Todo lo demás es un mundo de imprevistos, y de ellos será de lo que se hable en las próximas horas en la sede del poder Legislativo, donde se va extendiendo un aroma de fin de Legislatura y, de paso, de fin de toda una época.

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