La Marea de Pérez Henares

Emigración y civilización

Al ver esa estampida de cientos de miles de seres humanos huyendo no puede existir otra razón que la compasión. Por encima de cualquier consideración, eso ha de ir por delante y por encima. Eso primero. Salvarles y ayudarles. Después, solo después, lo “analizamos”.
En ese análisis hay que comenzar diciendo si se se quiere ser honrado intelectualmente que la solución no existe. Ni ahora ni nunca en toda la historia de la humanidad. Las migraciones si algo no son es nuevas sino consustanciales a la humanidad misma. Y estas, provocadas por la guerra y la hambruna, escapar de la muerte y la miseria, de ambas cosas en muchos casos, se han sucedido a lo largo de la historia. ¿Como no van a repetirse e incrementarse ahora con los medios de trasporte y de comunicación de una aldea global donde los unos ven publicitado de continuo el bienestar de los otros?. Pues esa de fondo es la cuestión. Solo en Africa hay 250 millones de personas en situación vital limite y ahora se unes millones más en el Oriente Próximo. Y tan próximo.

Ello en si mismo lleva a la impotencia. ¿Que puede hacer Europa?. ¿Abre sus fronteras, como algunos salvadores de la humanidad aparecen querer decir aunque sin atreverse?. No. Ni puede, ni lo soportaría, ni llevaría a otra cosa que acelerar una hecatombe, también en Europa? Pero ¿podemos permanecer ajenos a la tragedia?¿Dejarlos morir? . Tampoco. Jamás. Eso también nos suicidaría como civilización, como personas. Ni ahora ni en la historia ha habido “solución” para esta contradicción absoluta. Y ahora menos.

Si que en cualquier caso es necesario en este punto hacer algunas consideraciónes. Sobre todo ante la idea de que en realidad los culpables de tal atrocidad somos nosotros. Y eso es también, por muy buenista y en boga que se ponga, es la estupidez más supina, aunque por sistema repetida, que en estos días se está oyendo. La flagelación continuada de nuestros antisistemas culpando a los países que gozan de paz, libertad, democracia, derechos humanos, tolerancia con creencias y religiones y un estado de bienestar envidiable resulta casi imposible calificarla de razonamiento. No vale ya ni como consigna carcomida.

¿De donde llega esta última estampida?. De Libía y de Siría. Donde esos mismos de la consigna hablaban de “primaveras”. Claro, que un poco antes jaleaban a Gadafi y espera que no pidan comprensión y dialogo con el asesinato teocrático convertido en forma de estado que ahora impera por la región?. Por cierto, que ha tenido en el petroleo un manantial brutal de recursos, como tienen tantísimos países de esa zona, donde existe una riqueza y una procaz exhibición de la misma verdaderamente repulsiva y donde en muchos se permanece en lo que a civilización y derechos humanos bastante por detras de la tiniebla medieval. Y retrocediendo?. ¿Somos nosotros responsables de todo ello?. El “pecado” colonial allí, como el nuestro en Iberoamerica hace 500 años, es ya solo la más siniestra excusa en que se siguen envolviendo los canallas, los sátrapas, los dictadores de todo signo, como el longuevo y marxista-leninista, por cierto, Mugabe o el delirante Maduro, que si, que tambien nada en petroleo, que cosas. No. Me niego. Yo no soy ni causante, ni responsable ni verdugo de toda esa gente. Lo son otros. Son los “suyos”. Sus propios compatriotas. Están allí y por ello huyen. Hacia aquí. No se olvide. Que hay quienes se empeñan en dejar ese asunto primordial a un lado.

¿Y por qué vienen?. ¿Pero esto no era un infierno, un desastre, peor que Somalia? Pero no estábamos aquí muriéndonos de hambre por las esquinas, agonizando sin atención en los ambulatorios, sin poder llevar a los niños a la escuela y torturados por unas policías peor que la Gestapo?.¿Pero no es Europa y no somos todos el asco mundial, el lugar donde a nuestros, por cierto muy bien cuidados por familias y estado, revolucionarios que se van de bolos en avión a destrozar ciudades por la antiglobalización, les repugna vivir y quieren quemarlo todo? Pues ya ven, hay cientos de miles, millones de personas que se juegan todo, la vida muchas veces, por lograr simplemente llegar a este abominable sistema. Porque ese terrible viaje en el que tanto perecen solo tiene una intención lograr llegar y entrar. Sin nada, sin un trabajo, solo al albur de que tal vez haya mañana algo y que al menos tengan la vida asegurada. Porque de donde vienen los matan, los deguellan, los secuestran, esclavizan, violan y, además, allí si que existe el hambre. La verdadera. Del todo verdadera.

A esa primera reflexión, para nosotros mismos, también debiéramos señalarles a los que llegan una segunda para ellos, para los que vienen. Vienen huyendo de su tierra y de aquellos sistemas, teocracias, intolerancias, fanatismos, sistemas y regímenes que los han sumido en la guerra y en la mas atroz miseria. Si vienen aquí es lógico que les digamos que han de aceptar las normas mínimas de convivencia, de respeto, de derechos humanos, de democracia y libertades que amen de riqueza o quizas por ello, por las que nos regimos. Porque esa resultante de futuro, que es presente, de pretender no solo ayuda, amparo, trabajo, bienestar y progreso sino imponer contra esos principios de las leyes y las constituciones, y de la propia declaración universal de los derechos humanos aquello que es precisamente el origen de los que les hace ahora salir huyendo despavoridos de sus países, es algo que algunos traen con ellos. Es algo que ya tenemos en la puerta de nuestras propias casa. Y es algo que no podemos tolerar ni que luego ellos, ya aquí, lo toleren y lo amparen con silencio cómplice. Porque los mismos que le matan a ellos nos matan a nosotros. Porque si pueden nos matan y nos han matado a mansalva. No podemos olvidar que fueron gentes que acogimos y hasta dimos becas y todo tipo de ayudas quienes asesinaron a 192 personas un 11-M. Que no lo olviden tampoco ellos. Que la amenaza cada vez se percibe, porque cada vez se acerca más y se concreta, como algo inminente.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

Lo más leído