El curso político comienza con un problema ineludible: la convocatoria de elecciones plebiscitarias en Cataluña. Repetir que Artur Mas viene actuando de manera irresponsable es una afirmación tan obvia que solo conduce a la melancolía. La cuestión de fondo es qué se puede hacer para poner freno a esa deriva irresponsable. Y la única respuesta es la ley.
Pero también es importante hacer pedagogía política, algo que no ha hecho el Gobierno, ni Mariano Rajoy ni sus ministros ni tampoco los principales dirigentes del PP. De ahí la importancia de la carta abierta escrita por Felipe González a los catalanes publicada este domingo por el diario El País. Todas y cada una de las palabras escritas por González están minuciosamente medidas y está dirigidas a la «razón» de quienes lean la misiva. El expresidente desgrana el por qué no es posible la «independencia» de Cataluña, y argumenta la importancia de que los catalanes continúen compartiendo el futuro con el resto de los españoles. No es posible una España sin Cataluña pero tampoco es posible una Cataluña fuera de España. Más allá de que los líderes independentistas hayan respondido con altivez y soberbia a la carta del expresidente, es de esperar que su contenido haga reflexionar a muchos ciudadanos a los que les están engañando prometiéndoles un Estado independiente que no puede tener lugar dentro de la Unión Europea, no sólo por razones legales, sino políticas. Felipe González lo dice bien claro: ningún país de la UE va avalar que una región se declare independiente unilateralmente, rompiendo la legalidad. Pero además ningún país de la Unión Europea puede avalar semejante desatino si no quiere tener un problema dentro de sus propias fronteras. González señala con respeto pero con crudeza cómo sería esa Cataluña independiente a la que nadie reconocería: una especie de Albania del siglo XXI. Pero el expresidente también tiene la valentía de decir a las claras que él no es equidistante entre la posición del Gobierno y la de Artur Mas. Deja claro que no está de acuerdo con el inmovilismo del Gobierno pero eso no le lleva a la equidistancia «entre los que se atienen a la ley y los que tratan de romperla». La frase es valiente porque si hay algo, que algunos venimos reprochando al PSOE, es precisamente que sus dirigentes se hayan instalado en esa equidistancia colocando al mismo nivel a Mariano Rajoy que a Artur Mas. Uno puede estar en desacuerdo con la manera en que el Gobierno aborda el problema pero no se puede decir que es el Gobierno el que ha creado el problema y colocarle al mismo nivel que a un señor como Mas que viene actuando de manera irresponsable y que ha fracturado la sociedad catalana. En mi opinión, Felipe González ha escrito en esta carta «a los catalanes» lo que Mariano Rajoy debería de haber dicho y explicado desde hace meses, porque, insisto, al Gobierno le ha faltado hacer pedagogía política en Cataluña. Pero estamos en la hora de la verdad y de la misma manera que Felipe González se «ha mojado» deberían de hacerlo otros líderes sociales. Entre ellos los dirigentes empresariales catalanes que se callan por cobardía y cálculo confiando en que los planes de Artur Mas no salgan adelante. Ya no caben ambigüedades y es el momento, insisto, en que los líderes sociales, los sindicatos también lo son, se dejen de florituras y expresen una opinión clara de lo que supondría que el presidente de la Generalitat decidiera quebrar la legalidad. La carta de Felipe González viene a llamar a la racionalidad y a la reflexión de los ciudadanos de Cataluña pero también debería de servir de ejemplo, insisto, para que otros lideres políticos y sociales expresen una opinión clara de lo que supondría que el presidente de la Generalitat quebrara la legalidad. Una vez más el expresidente del Gobierno ha puesto de manifiesto que es un hombre de Estado.