Pedro Calvo Hernando

Cataluña otoño-invierno

Todos los días yo me preguntaba por qué los independentistas se empeñaban en asegurar que el mismo día siguiente a las elecciones pondrían en marcha el procès si obtenían la mayoría absoluta, aunque fuese de escaños y no de votos. Pues ya lo han confirmado tras conocerse el resultado del 27-S. A sabiendas de que no hay mayoría de votos. Ya me contarán qué plebiscito es ese que no cuenta los votos sino los escaños. Nunca en mi vida había uno visto tal cosa. Ni nadie. La hoja de ruta no puede ponerse en marcha porque falta el requisito esencial de ganar en votos. Han ganado las elecciones autonómicas al Parlament. Y prou. Y ni siquiera se sabe quién será el president, aunque eso sea lo de menos. Pero claro, para gobernar y solucionar problemas es muy difícil que sean capaces de formar un Gobierno. Lo único que les importa es lo que no pueden hacer: abrir la puerta al proceso de independencia. Y eso sin contar ahora con otras barreras, seguro que infranqueables, como es el respeto a los contenidos de las leyes y la Constitución. El único camino sería una Constitución reformada que permitiera un referéndum, que sería de todos los españoles, no solo catalanes.

Tampoco han querido, para iniciar algo tan trascendental, esperar tres simples meses a que se celebrasen las elecciones generales, que seguramente traerán a España una nueva mayoría y un Gobierno con el que se pueda dialogar y buscar entre todos una salida conjunta al laberinto. Seguramente no han querido por temor a que ese Gobierno con la decisión de entrar en ese proceso de diálogo para encontrar una salida, pues deben de estar seguros de que tal salida nunca sería abrir la puerta a la independencia de Cataluña. Esas prisas tan tremendas se entienden desde su pánico a que dentro de tres o cuatro meses haya un Gobierno en España al que no se pueda cargar unas culpas que les justifiquen el empeño en la fuga. No, si de tontos no tienen un pelo. Y la catástrofe del PP en Cataluña les reafirma en su miedo a la llegada, al inicio del invierno, de una fórmula nueva en España que no pueda suponer coartada alguna para los planes de ruptura. Por ahora tenemos que en Cataluña Rajoy se ha estrellado, como proclama Aznar con desfachatez y sin piedad. Ciudadanos ha dado un gran salto, los socialistas se han salvado y Podemos algo peor. Esto no quiere decir nada pero sí lo dice: que puede abrirse en el nivel nacional un cambio sin estridencias que nos lleve por caminos más transitables y progresistas.

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