Josep Ramoneda

No veo en el horizonte político a nadie con capacidad de convertir el problema de Cataluña en oportunidad

No veo en el horizonte político a nadie con capacidad de convertir el problema de Cataluña en oportunidad
Josep Ramoneda.

Titula este 5 de octubre de 2015 Josep Ramoneda su columna en ‘El País’ con la pregunta «¿Qué hay que negociar?» y va de Cataluña:

Qué hay que negociar? Fernando Vallespín planteaba esta pregunta en su columna de ayer. Desde diversos sectores de Madrid, pero también de Barcelona, se reiteran las apelaciones al diálogo, a la necesidad de hacer reformas -siempre con la coletilla: «pero no para complacer al soberanismo»-; a que todas las partes deben renunciar a algo para sentarse hablar -pero a la hora de concretar lo único que se pide es que los que han ganado en Cataluña con la bandera de la independencia la retiren-; a reconstruir puentes, a recuperar el pacto constitucional del 78.

Y continua:

Reina un cierto desconcierto en el soberanismo. Y, sin embargo, los resultados han estado dentro de lo previsible. […] La confusión ha venido por un detalle: la pérdida del escaño 63 por parte de Junts pel Sí. Pero estos guiños del destino ayudan a poner los pies en el suelo y a colocar en su sitio las grandes ilusiones.

Y sigue:

El independentismo, a pesar de su innegable éxito, vive momentos de duda por varios factores. Porque el resultado marca una ralentización del proceso. Porque la estrategia de los grandes hitos decisivos (elecciones 2012, 9-N, 27-S) genera cierta ciclotimia: el día después de cada cita histórica todo sigue igual y el ánimo decae. Porque en estas elecciones el eje del independentismo se ha desplazado hacia la izquierda, y ahora emergen las contradicciones derecha/izquierda que, guste o no, siguen articulando la política.

Y concluye:

De aquí a las elecciones de diciembre, que serán en clave catalana, la tensión aumentará. Con las señales que vendrán de Cataluña, el reformismo se acobardará ante el discurso patriotero del PP. Llegará el nuevo Gobierno y la espera habrá servido de poco. Me temo que la respuesta a la pregunta sobre qué hay que negociar sólo pasará de la retórica a las cuestiones concretas cuando un susto, una señal fuerte de la realidad, haga entrar a las partes en razón y se entienda que los cambios han de ser estructurales, no simplemente cosméticos. Hoy todavía no se dan las condiciones.

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