Ferm’n Bocos

La caída de Rato.

El pasado sábado hablé con Teresa Arellano. Arellano fue durante más de treinta años secretaria de Rodrigo Rato. La secretaria. Le siguió allá donde el viento de la carrera política llevó a quien durante años fuera un príncipe del Partido Popular. Se siente engañada, víctima de una persona cuya verdadera naturaleza desaprensiva ha descubierto ahora en medio del infortunio. Rato fue el «hombre que pudo reinar» si hubiera aceptado el ofrecimiento de José María Aznar para sucederlo al frente del partido y como candidato a la Presidencia del Gobierno. Llegó a ser ministro de Economía y Hacienda y Vicepresidente del Gobierno. Hoy la justicia investiga sí pese a ocupar tan alta encomienda mantenía ya (2001) una agenda financiera oculta que le llevó a crear una sociedad (Vivaway) apoderada en Cardiff (Gales) por un testaferro con oficina en una las Islas del Canal. El juez (Antonio Serrano-Arnal) que instruye el sumario del caso tiene encima de la mesa informes de la Oficina Nacional de Investigación de Fraude sobre un entramado de empresas registradas en lugares tales como con Gibraltar, Luxemburgo, Reino Unido, Panamá, Bahamas y Suiza. Algunas de ellas opacas al Fisco español. Rato fue, también, director gerente del Fondo Monetario Internacional antes de recalar en la presidencia de Bankia, ex Caja Madrid. Con su presencia avaló una salida a Bolsa que está siendo investigada por si -como parece- hubo un engaño manifiesto a los accionistas al ocultarles la situación real de la entidad. Era un agujero negro. Estaba quebrada y hubo de ser rescatada. El juez, también, investiga si bajo su presidencia hubo contratos ventajosos a favor de dos empresas de publicidad a cambio de comisiones. Son demasiadas cuerdas para un violín. El «caso Rato» tiene un aire de tragedia griega. ¿Qué le impulsó a obrar así? Se diría que quien todo lo tuvo y todo lo pudo se dejó llevar por la «hybris». La desmesura que apareja la soberbia. Arrastra en su caída a personas de su entorno a las que utilizó. En el plano político, arroja una sombra de descrédito sobre el partido al que en nombre de sus miles de militantes debía lealtad y probidad. Ignoro en qué cuantía pero tengo para mí que su caída pasará factura al PP el próximo 20 D.

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