Ignacio Camacho

La clase media le ha puesto los cuernos al marianismo con la derecha bonita

La clase media le ha puesto los cuernos al marianismo con la derecha bonita
Ignacio Camacho. PD

Titula Ignacio Camacho su columna en ‘ABC‘ este 11 de octubre de 2015 ‘El Geolocalizador’.

Considera el que fuera director de este rotativo que electores de clase media del partido de Génova 13 quieren darle a su vida una tonalidad más ‘anaranjada’:

Para seguir la pista a sus votantes perdidos, el PP ha contratado a una pléyade de sociólogos que escrutan los mapas de resultados electorales y las encuestas de recuerdo de voto. Lo llaman -Moreno Bonilla se lo dijo la otra noche en la radio a Juan Pablo Colmenarejo- el geolocalizador demoscópico. Sobre las tablas de datos trazan cartografías de coordenadas intencionales, bitácoras de puntos de fuga y rutas de trasvases. La conclusión de tanto estudio es la misma que se percibe a ojo de buen cubero: la mayoría de ese electorado infiel ha buscado refugio en los predios de Ciudadanos. Le han puesto los cuernos al viejo partido atrapalotodo para irse con la «derecha bonita»: bisoña y etérea pero sonriente, descorbatada y faldicorta.

Asegura que el problema que tiene Mariano Rajoy es que ya no es capaz de seducir al electorado:

El marianismo tiene un problema. A lo largo de esta legislatura abrasiva ha perdido capacidad de seducción y el desgaste de gobernar le ha provocado arrugas que afean su antiguo perfil centrista. Su estrategia de dique único contra el frentepopulismo de la izquierda ha quedado desfasada por la irrupción de una fuerza tercerista cuya potencia emergente no alcanzaron a prever los cerebros monclovitas. Hasta el descalabro catalán han estado minusvalorando la amenaza, y aún se consuelan pensando que el efecto del 27S se diluirá en la campaña de las generales.

Calcularon que las huestes de Rivera no les harían mucho más daño que las de Rosa Díez y ahora no saben cómo recuperar a los abandonistas. Si ignoran a C’s engrasarán el mecanismo mental de muchos simpatizantes que contemplan al nuevo partido como un apéndice natural del centroderecha, un amable spin-off más risueño y fresco que el original. Si cargan la mano contra los riveristas les darán aún más protagonismo y además corren el riesgo de distanciar al que en la hora de los pactos puede ser el único aliado.

Y saca a relucir el pensamiento de importantes dirigentes del PP que nunca vieron con buenos ojos que se esperase a diciembre de 2015 para hacer las elecciones, que éstas debían haberse celebrado antes, seguramente coincidiendo con las catalanas:

El asunto es crucial porque la pantalla del GPS de los votos fugados no deja de señalar puntos naranjas. Algunos dirigentes populares empiezan a considerar como un error del presidente la decisión de aguantar hasta diciembre: Cataluña ha dado relevancia a Ciudadanos hasta el punto de haberlos erigido en cortafuegos del independentismo. Rajoy insiste en su discurso del voto útil, de la estabilidad frente al aventurerismo gaseoso. Tiene a su favor la certeza de que es el único candidato con experiencia, pero ya no está claro que ese argumento funcione. La clase media no ve a Rivera y los suyos como gente inquietante; más bien los jóvenes los sienten cerca de sí mismos y para muchos mayores son los yernos que hubiesen elegido. El punto más débil de C’s es su complacencia con el régimen andaluz, pero la maquinaria propagandística del PP, que podría arrasar destacando esa incoherencia, tiene averiado el motor de arrastre. Diseñada para confrontar con el PSOE, carece de radar para detectar ahora dónde está el adversario y dónde el enemigo.

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