Titula este 20 de octubre de 2015 Alfonso Rojo su columna en ‘La Razón’ como «Cara de tontos» y reflexiona sobre el súbito giro de Alemania, repentinamente propicia a la entrada de Turquía en la UE:
- Lo que nos faltaba. No es que Ángela Merkel se haya convertido en una entusiasta de la integración de Turquía en la UE, pero ha entreabierto la puerta.
- Obsesionada con el drama de los refugiados, la canciller ha prometido al presidente Erdogan impulsar la vuelta a las negociaciones de adhesión y facilitar los visados.
Alemania es un gran país, pero con los germanos siempre hay que andarse con cuidado. - Basta evocar el desastre que contribuyeron a organizar en los Balcanes hace tres décadas, para que el resto de los europeos nos tentemos la ropa antes de dejarles el liderazgo en asuntos importantes.
- Turquía es clave para nosotros. No sólo por su posición – comparte frontera con Irán, Irak y Siria, además de Armenia, Georgia, Bulgaria y Grecia- o por su condición de país musulmán moderado.
- Con más un millón de soldados, es numéricamente la segunda fuerza militar de la OTAN, sólo detrás de EEUU.
- Es una buena noticia que se implique en la lucha contra los fanáticos del Dáesh. Hasta ahí, impecable; pero algo no cuadra.
- En clara discrepancia con los mamarrachos antioccidentales y antiespañoles, quiero proclamar que me gusta la UE. Los europeos apenas somos el 7% de la población mundial, pero habitamos un territorio donde impera la paz, se respetan los derechos humanos, se cumplen las leyes, existe Seguridad Social y el Estado se preocupa por los desfavorecidos.
- Nuestra sociedad no deja morir de hambre a los débiles, no tolera la brutalización de las mujeres, no acepta que se explote a los niños y trata de proteger al menesteroso.
- No sueles reparar en estos detalles hasta que viajas, sales del circuito ‘cinco estrellas’ y te impregnas de la mugre en que chapotea buena parte de los 7.000 millones de seres humanos que pueblan el planeta.
- Si concebimos Europa como un mercado, quizá haya motivos para aplaudir el gesto de Merkel, pero si la vemos como una comunidad de valores, principios y libertades, erramos el tiro.
- No voy a recordar que Erdogan no es un demócrata, que el islamismo crece allí o que con 70 millones de ciudadanos, Turquía se convertiría -después de Alemania- en el país con más peso en el Parlamento Europeo.
- Lo único que me gustaría subrayar es que lo peor que te puede pasar camino del precipicio, es ir con cara de tonto y moralmente gratificado. No es algo inédito. Les pasó a los romanos, que vivían orgullosos de su Vía Apia, de su Pretor Peregrino y de su Circo y amanecieron un día en manos de los bárbaros, que no sabían leer ni les importaba.