Fermín Bocos

Las palabras de Mariano Rajoy parecían estar hechas de una aleación de desdén y rutina

Las palabras de Mariano Rajoy parecían estar hechas de una aleación de desdén y rutina
Fermín Bocos. PD

Titula Fermín Bocos su columna este 23 de octubre de 2015 «El último día» y va de fin de legislatura de  las in´cognitas que se abren:

  • Fermín BocosEn la última sesión de control al Gobierno sobró mitin y faltó grandeza. La proximidad de las elecciones, faltan dos meses, impuso un registro áspero de campaña electoral que se puede entender, pero que no debería haber excluido la cortesía política visto que para unos cuantos diputados era el último día de su vida parlamentaria.
  • Llevamos días y actos públicos escuchando a Mariano Rajoy alardear de los logros económicos del Gobierno que preside: la recuperación del pulso económico, el rescate que no se produjo, la prima de riesgo de la que no se habla, el déficit que habría sido embridado, etc,etc.
  • Y también sabemos, de memoria, lo que de carrerilla despacha Pedro Sánchez, líder del PSOE: que la recuperación económica no alcanza ni a los pequeños empresarios ni a los trabajadores; que hubo rescate europeo (más de 20.000 millones) para las cajas de ahorro quebradas; que Bruselas pone en duda que España haya domado el déficit; que los impuestos han empobrecido a las clases media y la reforma laboral ha precarizado de tal manera el empleo que cada día hay más españoles que viven peligrosamente próximos al umbral de la pobreza.
  • «Empezó mintiendo y cierra la legislatura mintiendo»- le espetó el joven Sánchez al veterano Rajoy. El Presidente encajó la cosa como quien oye llover. Son muchos años de parlamentario. Quizás por eso, él y los demás diputados que intervinieron en la última sesión de control, deberían haber elevado el discurso.
  • Lo digo pensando también en la ocasión que perdió Rosa Díez, la portavoz de UPyD para despedirse de la Cámara y de la política con una intervención de mayor altura. Entre ella y el Presidente del Gobierno nunca hubo química y los dos llevaron esa falta de empatía hasta la última palabra.
  • Fue una ocasión perdida, porque si el discurso de Rosa Díez transpiraba amargura, las palabras de Mariano Rajoy parecían estar hechas de una aleación de desdén y rutina parlamentaria. Ya digo, en el último día, faltó grandeza. Como en tantas otras ocasiones, sus señorías parecían estar más pendientes de las próximas elecciones que de las próximas generaciones. Lástima.

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