Nicolás Redondo Terreros

La solución zigzagueante que tuvo la derrota de ETA les permitió mantener la ilusión de no haber sido derrotados

La solución zigzagueante que tuvo la derrota de ETA les permitió mantener la ilusión de no haber sido derrotados
Nicolás Redondo Terreros. PD

Titula Nicolás Redondo Terreros su tribuna en ‘El Mundo’ este 22 de octubre de 2015 «Tiempo de preguntas en el País Vasco» y reflexiona sobre lo que debemos hacer los españoles, ahora que se cumplen cuatro años del fin de ETA:

La solución zigzagueante y confusa que tuvo la derrota de ETA permitió a sus simpatizantes mantener la ilusión de no haber sido derrotados, y a esa oscuridad se agarran para mantener una ficción que empieza a ser un lastre para los más pragmáticos.

Añade:

¡Qué difícil debe de ser salir del ensueño de sus imaginadas hazañas y descubrir que ni son reconocidas sus acciones, ni son estimados sus «sacrificios»! Bien al contrario, ellos y su macabra historia son perturbadores recuerdos para una sociedad que no desea volver a pasar por el trance causado por la acción terrorista. Ya no queda la grandeza que creyeron poseer, ni el sacrificio al que creyeron prestarse por «su patria», ni el apoyo de unos círculos próximos que les ven cada vez más intensamente como un obstáculo para vivir tranquilamente la vida institucional.

Sigue:

Ahora, ellos en el aislamiento de su celda, en la soledad de su vida rutinaria si están en la calle, cuando están con su grupo de amigos o en las instituciones que combatieron con bombas si han tenido la fortuna de haber sido repescados por los partidos que han sustituido a la acción terrorista, saben que han sido derrotados y saben que su «lucha» no ha servido para lograr ninguno de los objetivos que les impulsaron a integrarse en la banda terrorista. Necesitarán tiempo para reconocerlo públicamente, pero ellos en su intimidad mas inabordable, hace tiempo que lo saben.

Cita Nicolás:

De Gaulle, en su visita a España y tras negarse a realizar una visita al Alcázar de Toledo dijo: «todas las guerras son terribles porque significan el fracaso de toda política. Pero las guerras civiles son imperdonables, porque la paz no nace cuando la guerra termina». En nuestro caso, el caso de un país democrático, podríamos decir que el terrorismo, se acoja a las causas que se acoja, además de ser la forma más vil e innoble que adoptan los que están incapacitados para conseguir sus objetivos por medios políticos, es absolutamente perturbador para la sociedad que lo ha padecido porque a la derrota de los terroristas no le corresponde como la otra cara de la moneda la clara victoria de los agredidos.

Subraya:

Las víctimas directas de la acción terrorista tienen un papel fundamental en ese futuro con la condición de que pasen del duelo público y civil, legítimo y necesario, a convertirse en una referencia moral para un futuro en el que se destierre toda la posibilidad de caer en la tentación de volver a vivir los tiempos negros de la violencia terrorista. Los derrotados, pasado el estrés que supone el reconocimiento íntimo de su fracaso, deben dar el paso de deslegitimar el terrorismo de manera formal, una vez realizado por la vía de hecho al aceptar las instituciones y la política democrática que combatieron con secuestros, asesinatos y bombas.

Dice:

El PSE ha sido incapaz de rentabilizar nada de lo que dio origen a este tiempo nuevo; indeciso, midiendo los pasos y quedándose corto o pasándose según fuera necesario ser valiente o ser prudente. Igualmente el PP vasco, con una carga proporcional a sus servicios a la democracia y a la libertad, se encuentra prisionero de cálculos políticos distintos a sus intereses y con una lucha entre los guardianes de las esencias y los defensores de una visión más pragmática que, sin embargo, no quieren ser desposeídos de esas esencias legitimadoras. […] Pero antes o después ambas formaciones están obligadas a recorrer un camino parecido en la búsqueda de ser útiles a la sociedad vasca, sin renunciar a una herencia llena de sacrificios, que no necesita de testamento alguno y que ya no tiene propietarios.

Y concluye:

Sería oportuno y digno de agradecer que esa nueva singladura de los dos grandes partidos, que necesitará del acuerdo con los nacionalistas vascos, sea amparada e impulsada por un nuevo Gobierno de la nación, sea quien sea el inquilino de La Moncloa, que vea en este periodo de tiempo una doble oportunidad: conseguir la victoria para los que apostamos por la democracia, la libertad, la paz y la concordia, y cuantos más seamos mejor; y la oportunidad de demostrar que dentro de la ley siempre es posible el acuerdo y el compromiso, si no vemos la cesión como una derrota y el pacto como una humillación.

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