Sacude Salvador Sostres este 26 de octubre de 2015 una tremenda tunda a Artur Mas en su análisis de ‘ABC’:
Arranca Sostres citando un ejemplo inglés, para añadir a renglón seguido:
Entre la humillación a la que le está sometiendo la CUP y la segunda tanda de registros en la sede de Convergència, Mas ha dado por desatendidas sus oraciones, y con su salud política bajo mínimos, empiezan a flaquearle las fuerzas.
Explica:
Dos escenarios son los que el partido contempla. El primero, y menos probable, es que Mas dejara la política la semana que viene. Ante la dificultad del pacto con la CUP, los indicios de la Policía y las nuevas diligencias que todavía han de practicarse, que implican más detenciones, Mas estaría sopesando adelantar unos meses lo que de todos modos acabaría sucediendo: su renuncia a volver a ser candidato y la entronización de Neus Munté, la actual vicepresidenta. Su doble condición de exsindicalista y mujer agrada a la CUP, que ya ha filtrado que votaría su investidura sin problema.
Sigue:
El principal rechazo con que Munté cuenta es interno: que sea una recién llegada, que no tenga hipotecas ni deba favores a nadie, hace pensar a los que viven de las ramificaciones de la trama convergente (periodistas afines, empresarios, conseguidores y demás rémora) que ya no van a tener quien les mantenga.
Continua:
El segundo escenario, más plausible, es que Convergència pelee hasta el final la investidura de Mas. Según los negociadores del partido, tienen el 50% de posibilidades de lograrla. De no ser así, Mas no sería el candidato en las anticipadas elecciones de marzo y dejaría paso a la vicepresidenta.
Y concluye:
Si no le salva un milagro -y no hay que olvidar que los milagros existen-, Mas, que empezó dejando a Convergència sin poder, sin partido, y que ahora tiene a la Generalitat sin presidente y al parlamento con la legislatura que pende de un hilo, acabará su carrera política dejando a Convergència, además de sin partido y sin líder, perseguida por la Justicia tras décadas de impunidad gracias al pacto con el Estado de no cruzar la línea roja de la independencia; y a Cataluña, además de sin presidente ni gobierno, sin cohesión ni rumbo y profundamente desmoralizada.
Los viejos enemigos han llegado a las puertas de la ciudad y están preparados para asaltarla. Y ser ellos quienes, a partir de ahora, roben el resto.