Ante el último golpe de efecto de los parlamentarios separatistas catalanes anunciando su intención de saltarse la Constitución y de desobedecer a los tribunales españoles, estoy seguro de que quienes no siguen el día a día de la política se estarán preguntando:
- ¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?
- ¿Cómo es posible tamaño desafío al Estado de Derecho que de estar protagonizado por ciudadanos de uniforme nadie dudaría en calificarlo de anuncio de golpe de Estado?
Ambas preguntas tienen respuesta, pero, a estas alturas, detenernos buscando la responsabilidad de unos o los titubeos y las ocurrencias políticas de otros sería tanto como perder el tiempo.
Y es que el tiempo -dado el calendario electoral en el que nos movemos- juega un papel importante. Tiempo habrá para hablar del pasado pero no hay tiempo que perder a la hora de avizorar el futuro e intentar frenar esta locura de la que con certeza solo sabemos cómo empezó y cuáles pueden ser sus gravísimas consecuencias.
Es evidente la extrema irresponsabilidad política de Artur Mas, líder del partido de la derecha burguesa, al acelerar un proceso cuya primera consecuencia (grave) es la división de los ciudadanos catalanes.
Visto que el Gobierno dispone de recursos legales sobrados para impedir la «desconexión» que anuncian los diputados separatistas, la segunda consecuencia (también grave) es el inevitable choque de poderes. No tengo dudas de que en el límite de la confrontación el Estado va a prevalecer en los términos que conocemos.
Lo que resulta difícil de avizorar es lo que a corto plazo pueda suceder con el régimen autonómico de Cataluña si, llegado el caso, para que se cumpla la ley, el Ejecutivo se viera obligado a recurrir a medidas coercitivas.
La cosa pinta mal. Muy mal, incluso. Vista las fechas elegidas para plantear el desafío secesionista – con las Cortes disueltas y a dos meses vistas de unas elecciones legislativas con pronósticos demoscópicos que hablan de un Parlamento muy fragmentado- no soy optimista respecto a la posible salida que habrá que darle al conflicto creado por el golpe que pretenden dar los separatistas.