Esther Esteban

Tal vez nos hemos hecho insensible al sufrimiento, pero a nadie parece importarle

Tal vez nos hemos hecho insensible al sufrimiento, pero a nadie parece importarle
Esther Esteban. PD

La noticia de que el autodenominado Estado Islámico han matado en los últimos días al menos doce niños, cuando trataban de huir de un campo de entrenamiento militar en los alrededores de Mosul, pone los pelos de punta como casi todo lo que tiene que ver con esos bárbaros asesinos crueles que matan y violan sin piedad en nombre de un Dios que se avergonzaría de ellos.

Los pequeños tenían edades comprendidas entre los 12 y los 16 años y había sido reclutados como otros tantos para ser entrenados en el uso de armamento y la participación en operaciones suicidas.

Según ha relatado en una magnífica crónica el periodista Francisco Carrión, los niños son sometidos a toda clase de incitación a los asesinatos en masa y los crímenes del IS.

En las calles de su bastión iraquí, los barbudos han instalado gigantescas pantallas que difunden sin descanso los vídeos propagandísticos en los que la organización presume de ejecuciones sumarias, amputaciones, lapidaciones o crucifixiones. Además pequeños no son sólo espectadores sino víctimas a quienes se les ha arrebatado la infancia de cuajo.

En junio dos menores de edad fueron crucificados en la provincia siria de Deir al Zur por infringir el ayuno del Ramadán y sus cuerpos aparecieron en la verja de un cuartel de la «hisba», la policía religiosa del IS para dar ejemplo.

Tal vez nos hemos hecho insensible al sufrimiento, pero a nadie parece importarle lo que está ocurriendo allí, ni la comunidad internacional parece dispuesta a afrontar este tema salvo en la parte que le toca, es decir, cuando los reclutados son nacionales o los atentados se comenten en nuestros territorios.

Esta claro que nuestra civilización y todo lo que representa de libertad y tolerancia es objetivo de estos bárbaros y no podemos ni debemos bajar la guardia. De hecho las detenciones de anteayer en Madrid de tres yihadistas dispuestos a actuar de forma inminente demuestra que para estos terroristas todo vale.

Los investigadores del caso han sabido que no tenían objetivos fijos, pero habían asimilado ya la orden genérica de Daesh y estaban dispuestos a llevarla a cabo.

‘Comprar una pistola y actuar contra policías. Coger un cuchillo e ir a una sinagoga»… En resumen cualquiera de las situaciones que se han producido durante los últimos meses en Europa podía haber sido imitada por ellos.

Con los yihasitas ni nada ni nadie esta a salvo y por eso no podemos perder de vista lo que ocurre en la zona y mucho menos cerrar los ojos ante lo evidente. Ellos no van a parar y nosotros tenemos que defendernos con actuaciones sobre el terreno por mas que el asunto sea complicado y objeto de polémica.

Esos niños ahorcados, degollados, despojados de su infancia y su dignidad merecen una respuesta de la comunidad internacional. Cerrar los ojos ante lo evidente significa sólo retrasar lo inevitable .

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