Pepe Oneto

Artur Mas ha entregado las riendas de la política catalana a “salvajes radicales”

Artur Mas ha entregado las riendas de la política catalana a “salvajes radicales”
Pepe Oneto. PD

Tal como estaba previsto, Artur Mas no ha podido ser investido este martes, Presidente de la Generalitat catalana, al negarse los parlamentarios de la CUP (Candidatura de Unidad Popular) a darle sus diez votos con los que hubiera contado con un total de 72, cuatro más de la mayoría absoluta, una cifra escasa pero suficiente, para desarrollar las leyes que llevaría a la independencia a Cataluña, después de su desconexión-escisión de España que se puso en marcha el lunes por el Parlamento autonómico, decisión que será recurrida este miércoles ante el Tribunal Constitucional tras la reunión extraordinaria del Consejo de Ministros que se celebrará en el Palacio de la Moncloa.

A pesar que ha hecho todo tipo de concesiones a los antisistema de la CUP; a pesar de haber incluido y firmado en la declaración de independencia, políticas que van en contra de lo que es su programa electoral; a pesar de que se ha humillado hasta unos extremos que nunca lo ha hecho ningún Presidente de la Generalitat; a pesar de los contactos secretos y los intermediarios de conveniencia para mendigar el voto; a pesar de repetir que no está “dispuesto a todo para ser Presidente”, aunque esté demostrando lo contrario, que pasará por todo y más, a pesar de todo, lo intentará de nuevo este jueves cuando, descartada la mayoría absoluta, sólo necesite dos votos para salir elegido. ¿Habrá fugas en la CUP, las habrá en Cataluña si es que pot (CSQP), dejando el escándalo de la corrupción bien aparcado o, intentarán como parece, vetarle definitivamente y, proponer al ecocomunista Raul Romeva, número uno de “Junts pel si”, como candidato?

Pero, al margen de lo que pueda suceder el jueves, la verdad es que los independentistas catalanes, tras la jornada del 9N, están viviendo su momento de esplendor. No cabe duda que, como escribe Frankfurter Rundschau “la insubordinación tiene su encanto; suena a rebelión de los impotentes frente a los poderosos. Pero en este caso los separatistas catalanes se rebelan contra sí mismos: La Constitución española no es algo que se le impuso a los catalanes, sino que en su día fueron ellos mismos, como todos los demás españoles, quienes le dieron su beneplácito. “Según esa Constitución, España es una nación indivisible -como lo son, por cierto, todas las demás naciones de este mundo.-y quien, aun así, la desee dividir, tiene que cambiar primero la Constitución.

“Pero -dice el periódico- parece que los separatistas no están dispuestos a hacer tanto esfuerzo. ¿Convencer al resto de los españoles? Es improbable que eso funcione. Así que para qué intentarlo. Mejor hacerlo por la fuerza. Pero así no funciona la democracia. Una secesión de Cataluña significa una división de España. Y eso es algo sobre lo que tienen que decidir todos los españoles. No sólo los separatistas.”

Un argumento que no quieren aceptar quienes han metido a Cataluña en un camino de difícil retorno, en algo que se parece mucho a lo que pasó el 23 Febrero de 1981. Los medios alemanes creen que la democracia española se encuentra ante su mayor desafío desde el intento golpista de febrero de 1981. Esta vez, dicen, no hay tanques en las calles, ni tampoco ningún guarda civil que esté empuñando la pistola en el Congreso de los Diputados. Los desafiantes guardan las formas: ahora optan por poner en duda la legitimidad de la Constitución española por medio de una votación.

Por su parte el Financial Times, en un intento de explicar a sus lectores la situación, explica que la cohesión interna del movimiento independentista se ve ahora amenazada.

Según el diario de la City, Mas ha contado tradicionalmente con el apoyo de la comunidad empresarial catalana y la clase media de la región. Se dice que los líderes empresariales -y muchos de los antiguos aliados del Presidente en el bando nacionalista moderado- están horrorizados con el último giro de los acontecimientos. En privado, algunos acusan a Mas de haber entregado las riendas del movimiento independentista a salvajes radicales.

El resumen de FT es revelador: Dentro del movimiento independentista, existe un creciente consenso sobre que Madrid nunca permitirá una “separación acordada”, en línea con el referéndum escocés del año pasado. Los líderes independentistas insisten también en que la violencia nunca será una opción en la persecución de sus objetivos. Esto descarta la intervención como única forma plausible hacia la independencia y el estado catalán. Por el momento, no hay ningún signo de que ni la UE ni otros gobiernos individuales deseen implicarse. Por el contrario, Angela Merkel y otros líderes europeos han dicho repetidamente que respaldan la unidad española y que todas las partes tienen que estar comprometidas con la Constitución. ¿Podría una crisis en toda regla cambiar su postura? Sin duda es lo que algunos líderes catalanes esperan; y por ello ahora están tan determinados a elevar las presiones.

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