Raúl del Pozo sí cree que al final Artur Mas irá a la talega por el famoso 3%:
Pablo Iglesias ha cogido la bandera que abandonaron sus abuelos de la izquierda -PSC, PSUC- antes de desaparecer o casi. El líder de Podemos se ha comprometido a celebrar un referéndum en Cataluña si gana las elecciones generales «Le diré a Mas, se acabó la diversión: vamos a votar».
Llegó el comandante y mandó parar abriendo una nueva vía de agua para que los proletas, los indignados y los parados se suban en la patera anti-europea y anti-española. Esto se va hacia el desastre, no al desastre esplendoroso de Zorba, sino una conjura de opas y donjulianes. En las últimas semanas escucho a personas solventes preguntarse en voz baja si al final no habrá que aceptar el referéndum, o sea, el derecho a decidir de Cataluña, aun viendo que lo de Mas está acabando en tragicomedia. «Mas -me dice una diputada del PSOE- buscaba una tragedia y le está saliendo una farsa. Buscaba ir a la cárcel como mártir del independentismo y acabará yendo por el 3%. Si de verdad ama a Cataluña, debe irse a su casa».
Destaca que:
Ha fracasado la intentona. Pero como un falso Prometeo, el nacionalismo hizo habitar entre algunos de sus súbditos una ciega esperanza que puede llevarse por delante la España democrática. Los nietos de la primate Laia, los de Tubal, nieto de Noé, los descendientes de O Xato, los homínidos que llegaron en patera a Gibraltar, todos los okupas de la piel de burel, quieren escaparse de la cueva común sin pagar la grasa de la lámpara, llevándose envueltas en las pieles las Baleares y Aragón. Los adoradores de Marie, madre del Sol y la Luna, exigen Navarra, Oviedo y León. Primero pidieron televisiones, después escuelas, por fin guardias y por último plebiscitos, islas adyacentes y el derecho de autodeterminación. El centralismo liberal de generales bonitos y reinas lumis se partieron los cuernos contra los fueros y el carlismo, después, los separatismos vengativos contribuyeron a unas cuantas guerras civiles.
Y detalla que:
No solo quiere irse los independentistas de Cataluña, también los de los países catalanes que llegan hasta Murcia, y por el mar hasta el Egeo. También se quieren marchar las islas, Galicia, y como siempre Cartagena. Solo falta que los béticos sigan las palabras de su himno: andaluces levantaos, para que de España solo quede Castilla, pero sin León. Todas las autoproclamadas naciones del Estado español quieren fugarse por las grandes cloacas de la corrupción. La ideología vacilante de la vieja izquierda se ha repetido como el hipo con la aparición de una nueva izquierda. Los de Podemos dicen que no quieren que se independicen la naciones del Estado español, pero les da el salvoconducto para que se vayan poco a poco.
Existen en España movimientos de emancipación, algunos apuestan por el Estado plurinacional y juegan a la ruleta rusa con el derecho a decidir. Ven la unidad de España como una regresión, ¿y cómo ven una docena de Estados bananas, chiringuito de familias, provocadas por el odio, la ignorancia y la vuelta a la edad de los instintos?