Eleonora Bruzual

Venezuela: Apologías ñángaras al narcotráfico

Venezuela: Apologías ñángaras al narcotráfico
Eleonora Bruzual. PD

Hay que tener claro que el argumento de los «narcochoros» rojos es el mismo de los narcotiranos Castro: Traficamos con droga porque estamos destruyendo el Imperio.

Ante esta coartada hay que esperar que los narco querubines Flores, sobrinos de la pareja presidencial venezolana, sean considerados héroes de la Revolución como lo han sido los asesinos de Puente Llaguno, los colectivos armados y hasta uno al que le cobraron a cuchilladas vaya usted a saber que aberración.

Diariamente nos topamos con arengas y amenazas de la Peste Roja que con la cercanía del 6 de diciembre y su elección legislativa han cobrado mayor virulencia y cinismo. Así por ejemplo, el propio Maduro ha dicho que no entregará la Revolución, o lo que es lo mismo, que desconocerá los resultados electorales.

«Hay que estar en la calle para defender la Revolución», advierte el Capitán Cabello, muy preocupado porque realmente, sin revolución no hay impunidad, más cuando ya cobra autenticidad el rumor de que en el trayecto entre Puerto Príncipe y Nueva York los narco querubines a bordo del avión de la DEA, no dudaron en señalar como dueños de la droga incautada a tres maxi capos de la Peste chavista/madurista. Y es que cada vez se percibe más ese ¡Sálvese quien pueda! tan común en todo naufragio.

Y bastante largo es el tiempo que la «Robolución» hace aguas… y si no ha caído es por la cantidad de cómplices que ha tenido y tiene en muchos sectores del país, incluido el del liderazgo opositor.

Pero gracias a Dios que de tan cebados en el crimen olvidaron que en ese «Imperio» tan odiado, las policías son eficientes, la ley existe y los jueces son probos, no como esta Venezuela deshecha donde un Fiscal embarrado hasta los pelos huye para denunciar la letrina donde ejerció su oficio y fue cómplice.

Revela la ilegalidad de la condena a Leopoldo López, el horror de «leyes» que se han cargado la libertad de decenas de seres inocentes cuyo único delito es disentir de una banda delincuente que se robó el país. Un fiscal que se suma a jueces y magistrados que ya han salido huyendo, han denunciado y se han denunciado a sí mismos y a sus capos y lo aterrador es que nada pasa.

País cuyos principales enemigos son aquellos que ni siquiera se inmutan ante la realidad que muestra un poder judicial corrupto, un ministerio público al servicio de una neotiranía militar que se defeca en derechos, en deberes, en justicia, en leyes. País que me obliga a recordar aquella frase del Talmud que dice: «¡Ay de la generación cuyos jueces merecen ser juzgados!».

Y somos esa generación, y pobre de nosotros que ni siquiera hemos podido lograr que la dignidad y el coraje no mueran.

Ahora otro nuevo escándalo deja a Maduro, a su mujer y al resto de la comandita al descubierto. Venezuela es un narcoestado y su sociedad pareciera aquejada de una vergonzante parálisis ética que permite que simplemente estos forajidos se hagan los locos y hasta pretendan decir que los dos sobrinos de Cilia Flores detenidos por la DEA no existen y son una invención del imperialismo y la oligarquía.

En lo que debería ser un tiempo de repulsa ante un hecho grave y vergonzoso como es el narcotráfico, el principal vocero de la MUD, Chuo Torrealba muy preocupado por los narco querubines ha dicho el pasado jueves: «Es necesario que el Parlamento venezolano designe una comisión que vaya a EE.UU. a investigar lo que ha ocurrido e incluso, si es preciso, a ver que necesidades tienen esos connacionales».

Quiere Chuo Torrealba saber que «necesidades» tienen los dos sobrinitos de Cilia, pero le importan un pepino los cientos de estudiantes venezolanos a los que esta Peste Roja ha quitado las divisas para poder seguir estudiando en universidades extranjeras.

Cara de pendejos ponen esos mal llamados líderes opositores que aparentemente nada tienen que decir de un régimen que junto con la tiranía castrista se dedica al narcotráfico y cierra siniestras alianzas con las FARC, los terroristas islámicos y las mafias.

Silencio denso, chocante. Silencio que pareciera nacido del conocimiento de que apenas unas horas después de la imputación en Nueva York de cargos por narcotráfico a los sobrinitos de Maduro y Cilia Flores, ese terrorismo islámico letal ensangrentaría Paris y permitiría que la Peste comenzará una campaña electoral con la impunidad como jefe de campaña. París llena de cadáveres, de terror, de llanto justo un día después que el perturbado Jorge Rodríguez develara un busto de Yaser Arafat uno de los más ruines asesinos del islamismo terrorista.

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