Reflexiona Pepe Oneto en Republica.com este 19 de noviembre de 2015 sobre los atentados de París y la demanda de ayuda militar lanzada por Francia a sus aliados:
- Las últimas veinticuatro horas, Europa ha seguido viviendo, de nuevo, bajo el síndrome del terror ante las operaciones antiterroristas que se están desarrollando en Francia bajo el estado de emergencia, la última de las cuales ha ocasionado dos muertos y siete detenidos en el barrio de Saint Denis, cerca del estadio donde se produjeron los atentados el pasado viernes.
- Ese síndrome se ha extendido a Bélgica donde se suspendió el partido donde iba a jugar la selección española de fútbol y, en Alemania, después de una noche de desconcierto y de desalojo de una sala de conciertos, la estación central de trenes y el estadio de Hannover en donde estaba prevista la asistencia de la canciller alemana Merkel, y sus ministros de Interior y de Economía, para demostrar normalidad.
- Sin embargo, la normalidad no parece ni mucho menos la tónica de la situación, sino todo lo contrario, hasta el punto que son muchos los expertos que insisten en que con todos estos incidentes, especialmente con la suspensión de los partidos de fútbol, son los yihadistas los que están llevando la iniciativa extendiendo el terror y ganando la batalla psicológica contra la población. Una población indefensa y asustada que, igual que ocurría durante la Segunda Guerra Mundial, no sabe dónde y cuándo se producirá el próximo ataque.
- Este miércoles, después de tres días de bombardeos sobre el Estado Islámico en los que están colaborando los rusos por decisión personal de Putin, en Europa comienza a debatirse el alcance de la guerra declarada por el presidente francés Hollande y las consecuencias que ésta puede tener para la UE.
- Francia ha invocado, por primera vez en la historia de la UE el artículo 42.7 del Tratado de la Unión y ha pedido a los demás países miembros «toda la ayuda y el apoyo posibles» ya que se ha producido «un ataque al territorio soberano de Francia». Ese paso, no fue dado ni por el Gobierno de España luego de los atentados de Madrid en 2004, con casi 200 muertos, ni por el de Gran Bretaña luego de los atentados de Londres en el año 2005.
- El artículo 42.7 se corresponde a nivel de la UE con el artículo 5 del Pacto de la OTAN. Dice que «si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas».
- Sin embargo Francia no ha querido acudir a la OTAN porque, probablemente, es consciente de que la Alianza Atlántica, en la que tiene un papel preponderante Estados Unidos, sería más reticente a una intervención sabiendo como sabe, que se mete en un conflicto en el que ya ha entrado de lleno Rusia, que sorprendentemente, se ha convertido en aliado de París, aunque les separa la posición de cada uno, sobre el futuro del dictador Assad, firme aliado de Rusia y pieza estratégica esencial en Oriente Medio de Vladimir Putin.
- El gran problema es que los países europeos no pueden decirle que no a Francia en estos momentos de crisis de la Republica, y cuando Hollande se ha metido en un camino de difícil retorno.
- Como dice la prensa alemana, entre ellos el Süddeutsche Zeitung, Francia se merece toda solidaridad y toda ayuda. Pero en el momento en el que el presidente Hollande ya no solamente pide ayuda en África, sino participación en la guerra en Siria, aquellos a los que ha pedido ayuda también pueden hacer una serie de preguntas.
- ¿Quién encabeza esta guerra? ¿Solo Francia o los demás pueden decidir también? ¿Cuál es el objetivo? ¿Venganza por París o vencer a EI? ¿Y qué significa victoria cuando se lucha contra una criatura terrorista amorfa? ¿Cuál es la estrategia? ¿Ahora realmente hay que cerrar filas con el dictador sirio y asesino Al-Assad para luchar contra las bandas asesinas de Daes como se está planteando en París?
- Todas estas preguntas están abiertas. Y seguramente habrá duros conflictos en Europa por las posibles respuestas. La decisión de Hollande de invocar la cláusula de solidaridad podría resultar ser un error: dividirá y paralizará a Europa.